El fiscal general de Estados Unidos, Jeff Sessions, ha anunciado este martes la orden para rescindir la protección legal que la Administración Obama concedió a 800.000 ‘dreamers’, como se conoce a los inmigrantes indocumentados que llegaron al país siendo unos niños. Sessions ha instado al Congreso actuar para buscar una salida a la situación de los ‘dreamers’, pero la decisión de derogar DACA, como se conoce a la ley que les otorgó permisos temporales de trabajo y les protegió de la deportación, abre técnicamente las puertas para que sean expulsados del país.

En los últimos días se había especulado con que Donald Trump, que prometió “compasión” a los ‘dreamers’, daría a la ley una prórroga de seis meses para que el Congreso pudiera decidir, pero al final se ha optado por derogar la directiva de forma inmediata.

Ocho meses después del inicio de su presidencia, Trump sigue gobernando casi exclusivamente para sus bases, aquellos sectores de población que compraron su dureza hacia los inmigrantes y se convirtieron en sus más estrechos aliados. Aunque el republicano prometió durante la campaña acabar con DACA, una vez en la Casa Blanca dio la impresión de que su posición había cambiado.

COMPASIÓN

El pasado mes de abril afirmó en una entrevista que los ‘dreamers’ “pueden estar tranquilos” y les dijo que el país “los ama”. También les prometió “compasión”, lo mismo que le pidieron el lunes varios pastores evangélicos que fueron a visitarle a la Casa Blanca y compartieron con él unos minutos de oración.

No ha servido de nada. Su decisión está llamada ahora a abrir una batalla política en el Congreso, donde las posturas sobre DACA están muy divididas, incluso en las filas del Partido Republicano.