Horas antes de que empiece la cumbre del G20 de Hamburgo marcada por el exitoso lanzamiento de un misil intercontinental por parte de Corea del Norte, el presidente estadounidense Donald Trump ha lanzado este jueves desde Varsovia un claro mensaje contra Pionyang y ha alentado a “todas las naciones” a unirse contra el “peligroso comportamiento” que representan las recientes movimientos militares del último régimen estalinista del planeta. Así, Trump ha remarcado que está considerando reacciones “muy severas” contra su enemigo.

En su comparecencia con el presidente polaco Andrzej Duda, Trump ha aceptado la interferencia del Kremlin en las elecciones estadounidenses del pasado 8 de noviembre que llevaron al triunfo del magnate inmobiliario. “Creo que fue Rusia y probablemente también otros (países). Nadie lo sabe del todo cierto”, ha apuntado, sin concretar, mientras ha vuelto a acusar al expresidente Barack Obama de conocer los movimientos de Moscú y “no hacer nada” porqué creía que ganaría Hillary Clinton.

Más allá de los ataques a su predecesor, el mandatario estadounidense ha asegurado que está trabajando junto a Polonia para gestionar las amenazas de Rusia. Mañana por la tarde, Trump se reunirá en Hamburgo con el presidente ruso Vladímir Putin en el primer encuentro bilateral entre Washington y Moscú desde el setiembre del 2015.

ALERTA SOBRE EL FIN DE LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL

Reunido en Varsovia en la Cumbre de los Tres Mares, una iniciativa que congrega a 12 países como Polonia y Croacia, Trump lanzará esta tarde una apocalíptica advertencia sobre las políticas de sus socios europeos y el futuro de la sociedad occidental. “La cuestión fundamental de nuestro tiempo es si Occidente tiene la intención de sobrevivir”, remarcará, según fragmentos publicados de su discurso y recogidos por la BBC.

Localizado simbólicamente en el monumento al alzamiento de Varsovia de 1944, la mayor rebelión civil contra la Alemania nazi, se espera que Trump alabe a Polonia como un país referente en la defensa de la civilización y que alerte una vez más de los peligros del “terrorismo y extremismo”. A pesar de recurrir a las amenazas y el miedo, sus palabras se interpretan como otro golpe a las políticas migratorias de la mayor parte de países de la Unión Europea (UE) que, a pesar de estar cada vez más cerrados a la llegada de refugiados, siguen reivindicando el multiculturalismo.

No sin relación, la elección de Polonia como primera parada europea de Trump antes del G20 también tiene un alto peso simbólico. El gobierno ultraconservador de Varsovia encabezado por la primera ministra Beata Szydlo y criticado por su deriva autoritaria es, junto a la Hungría de Víktor Orbán, la voz más crítica contra la llegada de refugiados y contra el papel de Bruselas. A eso hace falta sumarle que Polonia es el país más católico y uno de los más homogéneos de Europa y que a catalogado la llegada de inmigrantes musulmanes como una “bomba bajo los pies” de la civilización cristiana, según llegó a asegurar su ministro del interior Mariusz Błaszczak. Ultracatolicismo, xenofobia y antiestablishment, tres pilares del ejecutivo polaco que le acercan al nuevo Washington.