Hacer "América grande de nuevo” pasa, según Donald Trump, pordestrozar la red de programas sociales que ayudan a quienes más lo necesitan, una quinta parte de la población de Estados Unidos que incluye a pobres y a muchos de los votantes de clase trabajadora que le llevaron hasta la Casa Blanca. Ese es, al menos, el mensaje central que el presidente republicano ha lanzado con suproyecto de presupuestos para 2018, unas cuentas esbozadas en marzo y presentadas este martes con el grandilocuente título de 'Una nueva fundación para la grandeza americana' que son las más conservadoras en décadas y que, con su hachazo de más de un billón de dólares en los próximos diez años al sistema de protecciones y ayudas, van demasiado lejos incluso para muchos republicanos.

El proyecto de presupuesto de 4,1 billones de dólares para 2018 plantea un recorte de gasto de 3,6 billones en la próxima década y tiene prácticamente nulas posibilidades de salir adelante, tal y como está preparado, incluso en el Congreso controlado por los republicanos. Desde que se empezaron a conocer sus detalles el lunes, ha sido denostado como un ejercicio digno de prestidigitación contable, pues el balance solo cuadra si se cree una ilusoria previsión de crecimiento del 3% (cuando la Oficina de Presupuesto del Congreso la sitúa en el 1,9%) y si se tiene en cuenta una prometida reforma fiscal que aún no está ni redactada,mucho menos aprobada.

En cualquier caso, no obstante, los números cimentan la filosofía 'trumpista' del reducido papel del Gobierno federal. Establecen, además, el punto de partida para las negociaciones, marcadas ahora por esa hoja de ruta económica de un presidente que lleva a extremos sin precedentes lademonización de quienes se ven forzados a apoyarse en programas de ayuda. Se trata, según ha dicho el director de la Oficina de Presupuesto de la Casa Blanca, Mick Mulvaney (encargado de explicar y defender la propuesta al presentarse esta mientras Trump está fuera del país) de reemplazar "la dependencia con la dignidad del trabajo". Como si todos quienes reciben asistencia pública lo hicieran por voluntad y no por necesidad.

LA GRAVEDAD DE LA PROPUESTA

Aunque los números no acaben siendo los definitivos en las cuentas públicas, no está de más repasarlos para entender las dimensiones y la gravedad de la propuesta. Se plantean recortes de más de 600.000 millones en un programa que presta asistencia sanitaria las familias de bajos ingresos con niños y a Medicaid, el programa de atención sanitaria pública para los más necesitados, que Trump en la campaña había prometido no tocar. Casi 200.000 millones de dólares más se eliminarían en la próxima década de un programa de ayuda para la compra de alimentos (SNAP) que el año pasado tuvieron que utilizar 44 millones de estadounidenses.

No son los únicos asaltos a la red de protecciones sociales. Se plantean recortes en los préstamos a estudiantes (143.000 millones), a los programas que ayudan a discapacitados (72.000 millones) o en las prestaciones de jubilación a funcionarios federales (63.000 millones). Asimismo, se mete la tijera con una profundidad no vista desde la era de Ronald Reagan a las ayudas a los agricultores(38.000 millones).

La cuchilla de Trump persigue también a muchos de los que ha señalado y demonizado durante la campaña. Se trata, por ejemplo, de los inmigrantes sin papeles, a quienes quiere dejar sin algunas deducciones fiscales aunque paguen impuestos. Pero su guillotina va más allá y afecta a la ciencia, la investigación y la planificación familiar. La Agencia de Protección Ambiental, por ejemplo, sufre el mayor recorte en su presupuesto (31,4%), y se rebajan las dotaciones para los Institutos Nacionales de Salud (18%), el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (17%) o la Fundación Nacional de Ciencia (11%). Planned Parenthood, la red de clínicas perseguida por los conservadores por incluir el aborto entre sus servicios, se queda sin ningún fondo federal.

No hay sorpresa tampoco en las pocas áreas donde se busca incrementar el gasto. Estas incluyen Defensa (aunque es un aumento modesto que no contentará a los halcones) y seguridad interior, con 2.600 millones destinados a seguridad en la frontera, incluyendo 1.600 millones para la construcción física del muro con México. También se cuenta con invertir 200.000 millones en infraestructura y en las cuentas de Trump se ha colado la propuesta de su hija Ivanka de crear un programa para cubrir bajas laborales para los nuevos padres (dotado de 19.000 millones).