Ningún presidente desde Ronald Reagan había tratado de reordenar las prioridades del Gobierno de Estados Unidos como ha hecho Donald Trump. Sus planes para “deconstruir el Estado”han quedado patentes en el presupuesto presentado este juevespor la Casa Blanca, un electrochoque en toda regla que impone uncorrectivo de austeridad al cuerpo diplomático, la educación y la protección medioambiental para financiar una nueva carrera armamentística, construir el muro en la frontera y cazar a los inmigrantes sin papeles. El presupuesto se ceba con la cultura y losprogramas de ayuda a los pobres. Miles de funcionarios públicos tendrán que ser despedidos y el ‘soft power’ estadounidensequedará seriamente debilitado fuera de sus fronteras.

Al gigante americano que se dibuja con esta reordenación presupuestaria le sobra músculo, pero le falta cuerpo, corazón y cerebro. Las únicas tres partidas que aumentan son las de Defensa, Seguridad Interior y Asuntos de Veteranos, o lo que es lo mismo, la maquinaria bélica, el aparato para perseguir la inmigración ilegal y blindarse ante el terrorismo, y la red asistencial a veteranos de guerra. Todo lo demás se cortará a machete para que las cuentas acaben cuadrando y se pueda financiar un incremento del 10% en los fondos del Pentágono, que ya con Barack Obama se situaron en el nivel más alto desde la segunda guerra mundial.

"MÁS CON MENOS"

“Vamos a hacer más con menos, un Gobierno sin grasa que rinda cuentas a la gente”, ha escrito Trump en la introducción que acompaña al documento. “Para proteger a los americanos, tendremos que adoptar medidas duras que se han aplazado durante mucho tiempo”. Para que sus planes salgan adelante, tendrá que aprobarlos el Congreso, que tiene la última palabra, pero este presupuesto esclarece como el agua las intenciones del presidente, empeñado en vender la idea de un país sitiado para poner a dieta al pueblo y despellejar lo que pudiera quedar del Estado del bienestar.

A grandes trazos, los recortes en todos los ámbitos del Gobierno son masivos. Transporte y Vivienda, 13%; Educación, 14%; Salud y Servicios Sociales, 18%; Trabajo y Agricultura, 21%; Exteriores, 29%; Protección Medioambiental, 31%. El presupuesto no incluye una de las grandes promesas de la campaña, la inversión de un billón de dólares para reconstruir puentes, carreteras y aeropuertos. Y numerosos programas se eliminan, como las ayudas federales a la televisión pública, la promoción de la cultura o la limpieza de ríos y lagos.

GOLPE A LA LUCHA CONTRA LA POBREZA

Los trabajadores más pobres y las comunidades rurales van a sufrir especialmente, pese a haber sido parte esencial de la coalición de votantes que llevó a Trump al poder. Las ayudas a la vivienda, la formación laboral, los subsidios energéticos y los servicios legales para la población de bajos ingresos se reducen drásticamente, así como viejos programas de la ‘guerra contra la pobreza” enfocados a regiones depauperadas como los Apalaches. El dinero ahorrado se dedicará a pagar cientos de cazabombarderos de última generación, a construir nuevas prisiones para detener inmigrantes, a financiar aquel muro que debía pagar México o a reforzar el combate policial contra la crisis de los opiáceos creada por las farmacéuticas.

Fuera de las fronteras de EEUU, el tajo al Departamento de Estado, que gestiona la diplomacia, es fenomenal. También se reducirán los fondos a Naciones Unidas, sus agencias y misiones como las de mantenimiento de la paz, aunque el monto definitivo no se especificará hasta mayo. La financiación para luchar contra elcambio climático desaparece, como prometió Trump en su día, y se recortará la del Banco Mundial y los intercambios culturales. “América, primero”, es el eslogan del presidente.

El presupuesto es tan extremo que se espera que hasta algunos republicanos den batalla. Los demócratas ya han reaccionado escandalizados. “Tirar miles de millones en Defensa mientras se saquean las inversiones en empleo, educación, energía limpia y la vital investigación médica debilitará a nuestra nación”, ha dicho Nancy Pelosi, la líder del partido en la Cámara baja.

La Casa Blanca defenderá hasta el Supremo el veto migratorio

Donald Trump está dispuesto a llegar hasta el Tribunal Supremo para desbloquear su controvertido veto iigratorio. Eso dijo el miércoles, pocas horas después de que un juez federal de Hawái suspendiera el decretoque firmó el pasado 6 de marzo para prohibir temporalmente la entrada en Estados Unidos a los ciudadanos de seis países musulmanes y a los refugiados de todo el mundo. Aquella orden ejecutiva limó algunas asperezas de la original, también bloqueada por los tribunales, pero no le ha bastado a su Administración para superar la criba del poder judicial. Esta vez, el juez Derrick Watson esgrimió que el decreto discrimina por motivos religiosos y perjudica los intereses económicos de Hawái.

El presidente reaccionó a este nuevo varapalo judicial afirmando que la decisión del magistrado “es política” y daña la seguridad de EE UU. “Este dictamen nos hace parecer débiles cuando ya no lo somos, creedme”, les dijo a los miles de seguidores que acudieron a escucharle en Tennessee. Sus declaraciones durante la campaña, en la que prometió cerrar las puertas del país a todos los musulmanes, resultaron decisivas para que el juez acabara fallando en su contra.