Entre los aplausos y vítores de los ciudadanos al ver pasar a los vehículos del Ejército --uno de los cuerpos de seguridad que intenta poner coto a los desmanes de elementos leales del depuesto régimen que buscan sembrar el caos--, Túnez dio ayer comienzo a un largo proceso de transición política que, si se cumplen las expectativas, podría convertir al país árabe en la primera democracia verdaderamente pluralista del norte de Africa.

El primer ministro interino, Mohamed Ganuchi, anunció ayer la composición del Gobierno de unidad nacional, en el que estarán representados tres dirigentes opositores, aunque en carteras de escaso peso, al tiempo que los ministros de relevancia del Gabinete del depuesto presidente Ben Alí --Interior, Finanzas, Exteriores y Defensa-- se mantendrán en sus puestos.

Sin embargo, los primeros pasos dados por el Ejecutivo transitorio fueron contestados ayer mismo desde el interior, con una manifestación de protesta en el mismo centro de la capital, y desde el exterior, donde destacados líderes en el exilio, como el veterano militante de los derechos humanos Moncef Marzugui o el islamista Rachid Ganuchi, exigieron una ruptura radical con el régimen depuesto.

CAMBIO FRAGIL "El que quiera para Túnez una evolución política estable deberá admitir que el Gobierno de transición no puede incluir solo voces disidentes, sino que es necesaria gente con experiencia política" para gestionar los asuntos del día a día, subrayaron fuentes diplomáticas occidentales, al tiempo que reconocieron que el actual cambio político es aún "muy frágil". Entre otras medidas destinadas a demostrar a los tunecinos la voluntad aperturista y liberalizadora de las nuevas autoridades, Ganuchi anunció la supresión del Ministerio de Información --lo que hará las delicias de periodistas y blogueros, y convertirá a Túnez en el primer país de la zona carente de esta denostada institución--, la legalización de todos los partidos políticos que lo deseen, la excarcelación de los presos de opinión y el levantamiento del veto a oenegés.

El periodo de 60 días en el que, de acuerdo con la Constitución, deben convocarse elecciones para cubrir la vacante de Ben Alí será ampliado a seis meses para permitir que todos los partidos que quieran participar en ellas puedan prepararse. Los tres opositores presentes en el Gabinete serán Ahmed Brahim, líder del partido Ettajdid; Mustafá ben Yafar, máximo dirigente de la Unión de la Libertad y el Trabajo; y la cabeza histórica del laminado Partido Demócrata Progresista, Najib Chebbi.

El millar largo de manifestantes que a última hora de la mañana, ya momentos antes de que se anunciara la composición del Ejecutivo, intentó desfilar por la Avenida Habib Burguiba antes de ser repelidos con gases lacrimógenos y cañones de agua, pone sobre el tapete que el Ejecutivo transitorio tiene ante sí una ardua tarea para contentar a todos. Coreando eslóganes de "¡Abajo el partido de la dictadura, abajo el RCD!" (Asamblea Constitucional Democrática, formación del depuesto Ben Alí), los congregados quisieron irrumpir en el mismo escenario de las manifestaciones contra Ben Alí de la semana anterior, un lugar ahora protegido por alambradas y tanques estacionados. La protesta, no obstante, pudo continuar con posterioridad por las calles adyacentes.

"No pueden robarnos esta revolución; debemos contar con un Consejo Constitucional que pueda controlar a cualquier presidente e impedir que se convierta en un tirano", dijo Abdelhak Kharsuni, participante en la marcha. Kharsuni se hacía eco de las demandas de la izquierda comunista y los islamistas para que se forme una entidad encargada de redactar una nueva Carta Magna con las fuerzas civiles que participaron en la revolución, ya que con la actual es imposible erigir una democracia.

CRITICAS Desde el exilio, Marzugui, criticó en la televisión francesa las primeras decisiones del Ejecutivo transitorio. "Túnez se merecía algo mejor; cuatro semanas de revolución para acabar en qué: un Gobierno de unidad nacional que solo tiene de ello el nombre", señaló.

Los reproches opositores no impidieron que la calma fuera poco a poco regresando a Túnez. Un buen número de comercios y cafés reabrieron sus puertas, e incluso algunas oficinas bancarias del centro empezaron a atender a clientes. Los medios de comunicación del país llamaron ayer a los ciudadanos a regresar a sus puestos de trabajo.