Turquía, bajo la batuta de su presidente, Recep Tayyip Erdogan, sigue en su marcha hacia el este; cada vez más lejos de los que, hasta ahora, han sido los socios de Ankara. Según informó el diario turco Hurriyet, el presidente turco confirmó, durante un viaje de avión desde Kazajistán a Turquía, que su Gobierno ya ha pagado un depósito a Rusia para la compra de dos baterías de sistemas de misiles antibalísticos S-400.

«Nuestros amigos ya han firmado el acuerdo y, el depósito, por lo que sé, ya ha sido pagado. El proceso continuará con la transferencia total de dinero a Rusia. Tanto Putin como yo estamos determinados en este asunto», dijo Erdogan a la prensa sobre un acuerdo que llega a los 2.500 millones de dólares: según él mismo, Rusia enviará dos sistemas de misiles S-400 y ayudará a Turquía a construir dos más en los próximos meses, una cuestión que molesta profundamente a los demás países miembros de la OTAN -organización de la que Turquía forma parte desde 1952-.

Cuando por primera vez se habló de este posible acuerdo entre Moscú y Ankara, hace un par de meses, el secretario de Defensa de EEUU, James Mattis, se preguntó el por qué de una compra de un sistema de misiles que no es compatible con los programas informáticos utilizados por los Estados miembros de la OTAN. «El problema es hacer funcionar el sistema informático y de radares de la OTAN con el ruso. Son incompatibles. No podrán funcionar juntos. No sabemos qué quieren hacer con ellos ni dónde los quieren colocar», dijo Mattis.

A causa de esta incompatibilidad, los expertos creían que el acuerdo era una apuesta del Gobierno turco para presionar a los socios de la OTAN para que le vendieran más armamento, pero Erdogan, este domingo, lo desmintió: «Ningún país puede incidir en las decisiones de Turquía en materia de defensa. Somos nosotros quienes las tomamos. Y, para defendernos, lo que tenemos que hacer es procurarnos un sistema de defensa».

«Ellos [los socios de la OTAN] dan armas, cañones y vehículos armados a organizaciones terroristas, pero no a nosotros, aunque queremos pagar lo que toque. ¿Qué acaba pasando? Pues que buscamos en otro sitio», dijo Erdogan, en referencia a las YPG. Este grupo, formado por kurdos sirios y apoyado por Estados Unidos, lucha contra el Estado Islámico en territorio sirio. Ankara considera las YPG -Unidades de Protección Popular, en kurdo- una facción de la guerrilla del PKK y, por lo tanto, las cataloga como terroristas, aunque reciban el apoyo militar de Washington.

Precisamente por la guerra siria, las relaciones entre Turquía y sus socios militares de la OTAN se han ido deteriorando durante los últimos meses. Erdogan considera que las armas que EEUU envía a las YPG pueden acabar entrando en territorio turco a manos del PKK, algo que Washington niega. Turquía, además, desde hace unos meses, ha bombardeado posiciones kurdas en Siria para intentar controlar su avance.

Pero la tensión también tiene otros motivos: el Gobierno de Erdogan está molesto con sus ya cada vez más cerca de ser exsocios occidentales por sus críticas a las represalias tomadas después del intento de golpe de Estado de julio del 2016.