Al menos 41 personas murieron ayer en una pequeña población iraquí cercana a la frontera con Siria como consecuencia de los bombardeos de un helicóptero norteamericano contra una boda, según informaron la agencia AP y la cadena Al Arabiya, basada en Dubai, citando a testigos presenciales. Un portavoz militar de EEUU en Bagdad se limitó a reaccionar diciendo que se había abierto una investigación, mientras que, desde Washington, fuentes del Pentágono negaron las acusaciones y dijeron que no se trataba de civiles, sino de insurgentes.

De confirmarse las acusaciones, constituirían un nuevo revés para la credibilidad de EEUU en Irak, después del escándalo de las torturas a presos iraquís y las incursiones de blindados en los lugares santos shiís.

Según la cadena de los Emiratos Arabes Unidos, entre las víctimas del bombardeo se encuentran mujeres y niños. El suceso tuvo lugar poco antes del amanecer en la localidad de Makr al Deeb, junto a la frontera con Siria. Las imágenes mostraban a hombres cavando tumbas, entre los llantos de los familiares, y cadáveres apilados en una carretera. Testigos no identificados acusaron a la aviación norteamericana de dejar caer "más de 100 bombas". "Impactaron en dos casas donde se estaba celebrando la boda; nosotros no realizamos disparos", añadió.

La porosa frontera con Siria se ha convertido en uno de los principales quebraderos de cabeza de las tropas estadounidenses. Los mandos militares creen que desde el vecino país se infiltran extremistas de toda la región para unir sus fuerzas a los combatientes en Irak. Un agente de la policía iraquí informó a la agencia AP que la cifra de muertos oscila entre 42 y 45.

BUSH PRESIONA A ITALIA Y mientras, en el frente político, el presidente de EEUU, George Bush, se disponía anoche a recibir al primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, para dejar atada la continuación de la presencia de las 3.000 tropas italianas desplegadas en Irak, cuando los italianos reclaman que regresen a casa, siguiendo el ejemplo del retorno de los españoles.