La presidencia irlandesa de la Unión Europea (UE) busca a contrarreloj a un sucesor de Romano Prodi al frente de la Comisión Europea que sea aceptable tanto para el europeísta eje franco- alemán como para la euroescéptica Gran Bretaña. Irlanda quiere elegir al presidente del nuevo Ejecutivo comunitario antes de que concluya su mandato semestral, el próximo 30 de junio, con el objeto de evitar que la querella en torno a este crucial nombramiento debilite el éxito político logrado con la aprobación de la primera Constitución europea.

La crisis política creada por el agrio enfrentamiento sobre la nominación en la cumbre de Bruselas abre la posibilidad de que el primer ministro luxemburgués, el conservador Jean- Claude Juncker, reconsidere su negativa a presidir la Comisión Europea a partir del 1 de noviembre.

PRESION SOBRE JUNCKER El primer ministro irlandés y presidente de turno de la Unión Europea, Bertie Ahern, está concentrando sus esfuerzos en esa línea, ya que Juncker podría ser el candidato ideal de consenso. La retirada de la candidatura del primer ministro belga, Guy Verhofstadt, tras los vetos británico e italiano, permite a Juncker aceptar el cargo sin tener que competir por el puesto con su aliado europeo Verhofstadt, aseguran fuentes diplomáticas.

El responsable de la política exterior de la Unión Europea, Javier Solana, negó ayer que compitiera por el cargo. "Acabo de ser operado de la rodilla, y por lo tanto no estoy en ninguna carrera", ironizó el español para aclarar sus palabras del pasado fin de semana, cuando manifestó que estaba "dispuesto a servir a la Unión Europea y a sus instituciones". Solana aspira a poder continuar como responsable de la política exterior y a convertirse en el primer ministro de Exteriores europeo previsto en la Constitución.