Las próximas dos semanas serán intensas en el despacho del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. El conservador polaco se ha dado hasta la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Uunión Europea (UE) del 19 y 20 de octubre para articular el plan de reformas que necesita Europa, con aportaciones del resto de dirigentes europeos. Un proyecto en el que deberá integrar el dinamismo de la nueva clase política europea, que representa mejor que nadie Emmanuel Macron, con la visión europeísta de Jean-Claude Juncker, la prudencia de políticos consolidados como Angela Merkel o el escepticismo de los dirigentes del Este.

La tarea de Tusk, que ya ha mantenido encuentros bilaterales preparatorios durante la cumbre informal que se celebra este jueves y viernes en Tallin (Estonia) con Merkel (Alemania), Boiko Borisov (Bulgaria) y Andrej Plencovic (Croacia), será cuadrar esos distintos grados de ambición en una hoja de ruta que aplicar en el 2017 y el 2018 y que podría plasmarse en decisiones antes de las elecciones europeas del 2019, las primeras que se celebrarán tras el 'brexit'.

“Presentaré un plan de trabajo muy concreto con un número de decisiones que deben ser adoptadas por los líderes europeos este próximo año”, ha explicado Tusk sobre la principal novedad de la cena informal y “sin papeles” que concluía el jueves pasada la medianoche. El presidente del Consejo Europeo no ha detallado qué iniciativas integrará en ese plan, aunque sí ha precisado que se concentrará en "buscar soluciones reales a los problemas de los ciudadanos, que están preocupados por la seguridad, la inmigración y el desempleo”. Y es que, como admite la presidenta lituana, Dalia Gribauskaite, hay muchas propuestas “pero poca sustancia". "Hace falta bajar del mundo de las grandes ideas a lo concreto”, ha reclamado.

Avanzar al unísono

Sabedor de la desconfianza habitual de los países del Este hacia todo lo que suponga menos soberanía, Tusk se ha mostrado partidario de avanzar “paso a paso” y “tema a tema” pero con una línea roja: la unidad. “Aunque algunos piensen que esto es una especie de competición como Eurovisión, y quizá lo sea, personalmente estoy convencido de que lo haremos mejor juntos, si cantamos al unísono”, ha defendido.

La asunción de que Europa necesita reformas no es nueva. Los 27 líderes de la UE -salvo la británica Theresa May- ya se comprometieron hace un año en Bratislava (Eslovaquia) a lanzar el proceso, pero las elecciones presidenciales de Francia y Alemania han retrasado la toma de decisiones. “Desde el principio del mandato la Comisión ha presentado 43 iniciativas para completar el mercado único digital y de ellas 24 propuestas legislativas, pero solo seis se han adoptado. Con voluntad política es posible”, ha avisado el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, sobre la lentitud que sigue imperando a la hora de adoptar decisiones.

El 2018, un año clave

Con la llegada de Macron al Elíseo y la confirmación de Merkel en la cancillería de Berlín, la sensación generalizada es que ha llegado el momento de dar el empujón final. Incluso Merkel se atrevía el jueves, antes de la cena informal de líderes que terminaba pasada la medianoche, a mostrar su simpatía por las ideas frescas -“una buena base para trabajar”- de Macron.

Este viernes se ha mostrado mucho más cauta, consciente de que llevará meses persuadir a los gobiernos más escépticos, lo mismo que a sus más que probables socios en el Gobierno, los liberales, de acelerar la integración que reclama Macron en el ámbito económico. El francés, sin embargo, lo tiene claro: “El 2018 es un año de oportunidades. La transformación se juega ahora. Si no somos capaces de hacerlo perderemos la oportunidad. Es en el 2018 cuando debemos definir una hoja de ruta común”, ha avisado.

La teoría de los fontaneros europeos es que se dan las circunstancias, que la impaciencia y la experiencia de políticos de generaciones distintas pueden ser buenas y que la atmósfera es propicia. “Es importante que la gente se hable. Juncker mencionó en su discurso sobre el Estado de la Unión una veintena de cosas sobre las que hay que avanzar. Ahora lo que hay que encontrar es la masa crítica para ponerse de acuerdo sobre algunas de ellas”, sostiene un alto cargo de su entorno.