Tras el entusiasmo europeísta de la presidencia francesa de la Unión Europea (UE), a partir del próximo 1 de enero el destino de Europa quedará en las manos de los euroescépticos dirigentes de la República Checa. La inconsistencia de los dirigentes checos preocupa a los países comunitarios y a las instituciones europeas.

El conservador Partido Democracia Cívica (ODS) del presidente Klaus y del primer ministro, Mirek Topolanek, condiciona la ratificación del Tratado de Lisboa a que la oposición acepte ratificar antes el acuerdo con EEUU para instalar en el país el controvertido radar del escudo antimisiles norteamericano. Topolanek declaró incluso el pasado 21 de diciembre que "el Tratado de Lisboa no es una prioridad de la presidencia checa".

Klaus, por su parte, ha llegado a decir que el tratado pone en peligro la libertad y la democracia en Europa.