Hace un año que los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) empezaron a hablar -en la cumbre de Bratislava- sobre el nuevo rumbo a seguir tras el brexit. Las negociaciones con Theresa May no habían comenzado todavía, la crisis migratoria seguía en su punto álgido y la ultraderecha acechaba con fuerza en algunos pesos pesados de la UE como Francia. Un año después el clima político ha cambiado. El brexit está lejos de un acuerdo, pero con su ola reformista Emmanuel Macrón ha traído aire fresco a la política europea y la victoria de Angela Merkel, aunque ha salido debilitada, ha permitido pasar página a la incertidumbre de los últimos meses.

Bajo este estado de ánimo se reunieron ayer en Tallin (Estonia) los jefes de Estado y de Gobierno de la UE. Todos ellos, incluida la premier británica, excepto Mariano Rajoy, que optó por quedarse en Madrid debido a la crisis política abierta con Cataluña, y el primer ministro esloveno, baja por una avería en el avión.

El objetivo inicial de la cumbre era abordar la importancia de la economía digital y los cambios tecnológicos. Pero la actualidad se impone y los mandatarios europeos optaron por mantener también una discusión «sin papeles» ni «tabús», «franca», «abierta» e «informal» para escuchar «las múltiples interesantes voces que hemos estado escuchando recientemente», según, explicaba el presidente de la UE, Donald Tusk, en su carta de invitación.

Y una de esas voces es precisamente la del presidente francés, uno de los primeros en intervenir en la cena informal celebrada anoche en Tallin para exponer de viva a voz al resto de colegas la visión de Europa que ya presentó hace unos días en la Universidad de la Sorbona. Antes de ese evento, celebrado en el museo de arte de la ciudad, Macron y Merkel se reunieron en un breve encuentro preparatorio que sirvió para recalcar la buena sintonía que existe entre París y Berlín.

«Hay un amplio consenso entre Alemania y Francia. Todavía debemos hablar de los detalles pero estoy firmemente convencida de que Europa no puede quedarse quieta y debe seguir desarrollándose», aseguró la cancillera Merkel sin entrar en detalles sobre la refundación que quiere Macron. Tal y como avanzó el martes en París, el mandatario francés quiere acelerar la integración económica, dar un impulso a la Europa de la defensa, crear una verdadera policía de fronteras o una agencia europea de inteligencia.

RITMOS DISTINTOS / Macron no es ingenuo. Sabe perfectamente que Europa es un tira y afloja, que no todos los gobiernos están dispuestos a avanzar al mismo ritmo. Pero tiene clara una máxima que los más europeístas repiten desde hace años: «Ningún país debe bloquear a los que quieran ir más rápido o más lejos».

De momento, su visión cuenta con las simpatías de la poderosa cancillera Merkel. «Creo que es muy positivo. Veo una buena base en su discurso para que Francia y Alemania cooperen intensamente en el futuro», afirmó ayer.

La otra gran protagonista de la cumbre es May. En la agenda no está el brexit, uno de los principales retos de la UE, y el presidente Tusk ha dejado claro que espera que la mandataria británica espere hasta la cumbre formal prevista para finales de octubre en Bruselas, donde los 27 deben constatar si ha habido «progresos suficientes» que permitan avanzar hacia la segunda fase de la negociación.