La oposición del Reino Unido y un rechazo más moderado de Alemania y Holanda impidieron ayer a los ministros de Exteriores de la UE adoptar una declaración sobre el Líbano en la que se pidiera un "alto el fuego inmediato", y en su lugar se utilizó la forma, más moderada, de "cese inmediato de hostilidades".

La propuesta de la presidencia finlandesa no obtuvo el necesario apoyo unánime, aunque sí el de Francia y España. Finalmente, los Veinticinco adoptaron un texto redactado por Luxemburgo en el que se pide "un cese inmediato de hostilidades que será seguido por un alto el fuego sostenible", es decir "duradero".

REALISMO Según una fuente diplomática europea, varios estados consideraron que no se daban las condiciones para formular ya un "alto el fuego inmediato", y que tal llamamiento quemaba etapas peligrosamente.

Ante los medios de comunicación, el ministro finlandés de Asuntos Exteriores, Erkki Tuomioja, no quiso establecer los matices que diferencian ambas expresiones. "Lo más importante es que para la gente que vive en la región bajo la actual amenaza de las armas, sean proyectiles de Hizbulá, artillería del Ejército israelí o del género que sea, esta amenaza acabará, y no habrá más disparos ni más matanzas".

"El cese de hostilidades significa, ni más menos, suspender las acciones de guerra entre las dos partes. En ese tiempo, es necesario llevar adelante las negociaciones necesarias para un alto el fuego duradero", aclaró Javier Solana, máximo representante de la UE en política exterior.

La declaración europea apoya además el envío de una fuerza multinacional bajo mandato de Naciones Unidas, pero únicamente si se alcanza previamente un acuerdo político entre las partes, afirmó el ministro francés de Exteriores, Philippe Douste-Blazy.

ACUERDO POLITICO El ministro francés precisó que solo mediante un "acuerdo político" será posible desarmar a la milicia chií, tal como reclama la resolución 1559 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y como pretende el Gobierno de Israel.

Douste-Blazy destacó la "gran convergencia" existente a su juicio entre la posición común de la UE y la posición particular defendida por Francia y mostró su "satisfacción porque Europa haya podido hablar con una sola voz en un tema de política exterior" de tanta gravedad como el que enfrenta a Líbano e Israel.