Miles, decenas de miles, cientos de miles... Intentar poner números al espectáculo protagonizado ayer por los ultras del pujante movimiento Tea Party en Washington es imposible. Pero su por momentos mesiánico maestro de ceremonias, el locutor conservador Glenn Beck, y su estrella invitada, la exgobernadora de Alaska Sarah Palin, lograron su objetivo: una demostración de fuerza a falta de menos de tres meses para las legislativas de noviembre.

No faltaron voces que hablaran de provocación. Por el lugar elegido y la fecha. Las escalinatas del Lincoln Memorial, el mismo sitio donde tal día como ayer de hace 47 años Martin Luther King marcó un hito en la historia del movimiento de los derechos civiles pronunciando su discurso I have a dream (Tengo un sueño) . Una ofensa para los líderes de la comunidad negra, que convocaron otra manifestación encabezada por el reverendo Al Sharpton.

Micrófono en mano y paseándose por el escenario, Beck celebró que EEUU "vuelva a mirar a Dios" y mostró por momentos su lado más telepredicador. Llegó a tener que parar de hablar, presa del llanto, entre alabanzas al señor y aleluyas por doquier.

Al grito de "¡USA, USA, USA!", Palin fue una de los primeros oradores. "No estoy aquí como política, sino como madre de un soldado --dijo--, para homenajear a nuestros combatientes, la mejor manera de rescatar el legado del doctor King". Eso sí, poco antes había pedido a los presentes "no replegarse" ante los que quieren "transformar" EEUU: "No estáis solos, tenemos que restaurar" el país, dijo.

EL RECUERDO Las referencias a King y su recordado I have a dream se repitieron varias veces. Aunque entre los asistentes los negros eran pocos. Sí los había sobre el escenario, como el pastor baptista Charles Lewis Jackson y Alveda C. King, sobrina del líder de los derechos civiles asesinado en 1968. Fue la única del clan King que se sumó a esa marcha. El resto estaban junto al reverendo Al Sharpton.