El Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo (UPM) nació ayer en París con la aprobación por unanimidad de seis proyectos de cooperación entre 43 países, los Veintisiete de la Unión Europea (UE), más los de la orilla sur, excepto Libia, y algunos de los Balcanes. La cumbre eleva el nivel político de la relación entre la UE y sus socios mediterráneos, comparte mejor las responsabilidades y centra las relaciones en proyectos "útiles para los ciudadanos", como destaca la declaración final.

Los dos primeros copresidentes de la UPM, el francés Nicolas Sarkozy y el egipcio Hosni Mubarak, destacaron en la conferencia de prensa que cerró la cumbre que no habrá problemas de financiación de los proyectos, en la que intervendrá la iniciativa privada. "No falta dinero. Hay mucho dinero en el Proceso de Barcelona, lo que falta es confianza, paz y seguridad", dijo Sarkozy. "El problema no es de financiación, sino de confianza y estabilidad", coincidió Mubarak. El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, también afirmó en su intervención ante el plenario que la "paz es la asignatura política pendiente" de la región.

LOS DETALLES El primero de los seis proyectos aprobados se refiere a la lucha contra la contaminación en el Mediterráneo, que Zapatero valoró especialmente por el peso que el sector turístico tiene en la economía española. La Comisión Europea presentó ya en marzo planes concretos para eliminar, de aquí al 2020, el 80% de las fuentes contaminantes con un coste de unos 2.000 millones de euros. El segundo proyecto consiste en establecer las llamadas autopistas del mar para facilitar los intercambios comerciales. El tercero aborda la cooperación en protección civil para luchar contra las catástrofes naturales.

Los otros tres se concretan en un plan de desarrollo de la energía solar --en el que las empresas españolas aspiran a participar--, la creación de una universidad euromediterránea en Portoroz (Eslovenia) y el desarrollo de un programa Erasmus de intercambio de estudiantes universitarios de la región, y, finalmente, planes de ayuda a las pequeñas y medianas empresas, una iniciativa de España e Italia.

EXITO DE SARKOZY Un Sarkozy exultante cifró el éxito de la cumbre en cuatro requisitos que se cumplieron: amplia participación, aprobación de una declaración común, puesta en marcha de proyectos concretos y ausencia de incidentes. El presidente francés, que propuso la UPM hace año y medio, antes de ser elegido, es el auténtico triunfador de la reunión, y así fue reconocido tanto por Mubarak, que elogió el Proceso de Barcelona nacido en 1995, como por José Manuel Durao Barroso. "Gracias a Sarkozy, el Mediterráneo está en el centro de la geopolítica europea", destacó rotundo el presidente de la Comisión Europea.

Como estaba previsto, la UPM tendrá dos copresidencias, una de un país de la UE (semestral) y otra de uno del sur del Mediterráneo, que durará dos años. La cumbre decidió también la creación de un secretariado, del que Barcelona aspira a ser sede, circunstancia que se decidirá en noviembre en una reunión de ministros de Exteriores. Las cumbres serán cada dos años, pero los cancilleres se reunirán una vez al año.

La UPM consiguió llegar a un acuerdo incluso en los puntos más conflictivos de la declaración final, como el establecimiento en Oriente Próximo de "una zona exenta de armas de destrucción masiva, nucleares, químicas y biológicas" para lograr un "espacio de paz", y la condena del "terrorismo bajo todas sus formas y en todas sus manifestaciones".