Por primera vez en dos años de mandato, el presidente colombiano, Alvaro Uribe, ha ofrecido a la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) un canje de prisioneros que se sitúa en torno a medio centenar de cautivos por cada uno de los bandos.

Los familiares de los 52 secuestrados que las FARC consideran "canjeables" recibieron ayer con optimismo, y a la vez mucha cautela, la propuesta de Uribe de dejar salir de la cárcel "a 50 guerrilleros procesados o condenados por rebelión" a cambio de la liberación de sus seres queridos. Los insurgentes liberados podrán salir del país o acogerse al programa de reinserción del Gobierno.

OBSTACULOS El problema es que la oferta del Gobierno deja fuera a los guerrilleros de más alto rango, acusados de delitos como terrorismo, secuestro, homicidio y narcotráfico. Es el caso de Ricardo Palmera, alias Simón Trinidad, el comandante de mayor rango en prisión. Los analistas también consideran un obstáculo la decisión de hacer pública la propuesta. Además, una posible respuesta positiva comenzó a desvanecerse tras los comentarios de José María Ramírez, corresponsal en Madrid de la agencia de noticias de las FARC, que calificó la oferta de Uribe de "mezquina" y alejada de la paz.