Una serie de atentados con bomba contra áreas chiís de Bagdad causó ayer al menos 56 muertos. Fue la cadena de atentados con más víctimas mortales en Irak en lo que va de año. El hecho de que los ataques se ensañaran con los chiís lleva a pensar que se trata de una venganza por la operación del pasado fin de semana contra los rebeldes de Al Qaeda, en la que murieron dos de sus dirigentes.

Las bombas estallaron en horas de gran afluencia de los fieles musulmanes a las mezquitas para cumplir con las oraciones del viernes. En total, hubo 13 explosiones en distintas áreas de la capital iraquí.

El mayor número de víctimas, 39 muertos y 56 heridos, se produjo al estallar dos coches bomba en Ciudad Sadr, un barrio del este de Bagdad controlado por seguidores del clérigo radical chií Moqtada el Sadr, que vive en Irán. En el distrito de Amin, en el noroeste de Bagdad, cerca del santuario chií de Moshen al Hakim, hubo ocho muertos y 23 heridos. Otras cinco personas perecieron al estallar otro coche bomba cerca de una mezquita chií en el barrio de Hurriya.

"¿Por qué somos un objetivo? Somos gente pacífica. Venimos a rezar y después nos vamos", afirmó lleno de indignación un superviviente de la masacre en Ciudad Sadr.

MENSAJE AL GOBIERNO "Esto son actos de venganza que pretenden enviar un mensaje al Gobierno iraquí y al mundo de que la existencia de Al Qaeda no se verá afectada por la muerte de dirigentes específicos", afirmó el analista político Hamid Fadhel, de la Universidad de Bagdad.

La operación del domingo, efectuada por fuerzas de Irak y estadounidenses y que acabó con la vida del líder de Al Qaeda en Irak, Abú Ayub al Masri, y del jefe del denominado Estado Islámico de Irak, Abú Omar al Bagdadi, estuvo acompañada de una serie de ofensivas en las que murieron otros 19 supuestos miembros de Al Qaeda y 300 fueron detenidos, según fuentes iraquís y estadounidenses.

CARCEL SECRETA Por su parte, las autoridades iraquís han cerrado una cárcel secreta donde más de 400 prisioneros, la mayoría de confesión suní, estaban encerrados sin ningún procedimiento judicial, según afirmó ayer un portavoz gubernamental. Además, han sido detenidos tres oficiales de la unidad militar que la gestionaba. Dicha unidad respondía directamente ante el primer ministro en funciones, el chií Nuri al Maliki, aunque fuentes oficiales negaron que estuviera implicado.

"Los tres oficiales están siendo interrogados; la cárcel ha sido cerrada y esto es lo que cuenta", manifestó un portavoz del Ministerio de Derechos Humanos de Irak. Los prisioneros eran insurgentes capturados en una operación militar.