Con la elección del sucesor de Juan Pablo II, el Vaticano abandonará los aspectos más obsoletos del ritual del cónclave, que se remontan a varios siglos atrás, e introducirá una nueva forma: el cónclave del siglo XXI, querida y preparada por el propio papa Wojtyla en el documento Universi Dominici Gregis .

En esta ocasión, también mejorarán las señales de humo que anunciarán la elección del nuevo pontífice al tiempo que un repique de campanas se sumará a la señal. Pese a las novedades anunciadas, sigue sin saberse la fecha del inicio de las reuniones.

Piero Marini, maestro de las ceremonias y de la liturgia, explicó ayer que todo el Vaticano será territorio cónclave aunque habrá áreas específicas de aislamiento. "Será una nueva experiencia y veremos cómo funciona", explicó.

A SUERTES La palabra cónclave significa con llave y esto es lo que ocurría hasta ahora. Los cardenales permanecían encerrados bajo llave en el palacio Apostólico mientras duraban las votaciones. En ocasiones, estaban con las puertas tapiadas y las ventanas selladas. Dormían en habitáculos que compartían entre tres o cuatro purpurados después de echarlos a suertes. También tenían baños comunes, en los que no había agua corriente.

Juan Pablo II consideró que algo tan importante para la Iglesia como es la elección de un papa merecía menos estrecheces y más comodidad. Por eso, mandó construir en el interior del Vaticano la Casa de Santa Marta, un hotel para alojar a los cardenales. Allí es donde vivirán mientras dure el cónclave.

Esta es una de las zonas de clausura del cónclave, al igual que las capillas dónde podrán celebrar sus funciones religiosas. Naturalmente, también lo será la Capilla Sixtina, que seguirá siendo el majestuoso escenario donde uno de los reunidos saldrá elegido papa. Los cardenales tendrán espacios para pasear y moverse. Sin embargo, y recuperando la tradición, en ningún caso podrán mantener contactos con el exterior, ni oír la radio ni ver la televisión.

La tradición que se mantendrá intacta pero mejorada es el aviso al mundo de la elección de un nuevo papa con las señales de humo. En el cónclave que eligió a Juan Pablo II, en 1978, la que debía ser fumata blanca tenía un color tan indeterminado que los fieles reunidos en la plaza de San Pedro no sabían si se había elegido un nombre o no.

Marini aseguró que esta vez mejorará el funcionamiento de la estufa donde se queman las papeletas de la votación, cuyo humo blanco o negro sirve para anunciar el resultado positivo o negativo. Y para que no haya duda posible, el maestro de ceremonias también aseguró que además del humo blanco anunciador sonarán las campanas.

Sin embargo, ni el maestro de ceremonias ni el todavía portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro Valls, precisaron el presupuesto para cubrir los gastos del funeral de Juan Pablo II.