Quienes más temen las consecuencias de la ola de protestas contra la represión en el Tíbet son precisamente los vecinos de China. En internet circulan millones de mensajes en chino contra la comunidad internacional y los extranjeros, a los que acusan de querer humillar a su país.

El primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, advirtió de las posibles represalias por las manifestaciones, que, según afirmó, irán "más allá" de los Juegos Olímpicos.