Contra los pronósticos más agoreros, que preveían enfrentamientos en las calles y disturbios entre opositores y fuerzas del orden durante meses, los armenios han logrado, en cuestión de semanas, neutralizar las aspiraciones del expresidente Serge Sargsyán de sucederse a sí mismo como primer ministro. Y no solo eso. También obligar a las fuerzas gobernantes a nombrar primer ministro a Nicol Pashinyán, cabecilla y organizador de las manifestaciones antigubernamentales.

El Partido Republicano, la hasta ahora formación gubernamental, se acaba de comprometer a apoyar en la Asamblea Nacional Armenia (parlamento unicameral) el nombramiento de Pashinyán como jefe del Gobierno en la votación de mañana martes, después de que movimientos de protesta y jornadas de huelgas y desobediencia les obligaran a ceder. Una vez investido, la tarea más importante del nuevo cabeza del Ejecutivo será la organización de elecciones legislativas que le concedan una cómoda mayoría en la cámara con la que iniciar un ambicioso programa de reformas para, según sus intenciones declaradas, superar el modelo oligárquico y corrupto que impera en el país del Cáucaso sur desde la independencia.

Cuestión de días

«No vamos a ver medidas radicales contra la corrupción emprendidas por Pashinyán hasta después de las elecciones», valora telefónicamente el periodista Vage Avanesyán, reportero del canal de televisión Shoyat. «El cabecilla opositor tiene mucho apoyo en la calle, pero carece de respaldo en el Parlamento», constata desde Ereván, también vía telefónica, el politólogo Aleksándr Isikandaryán.

Salvo sorpresas de última hora, Pashinyán será primer ministro en unos días. Para contar con un órgano dispuesto a emprender ese programa de reformas que ha aunado a una parte importante de la ciudadanía, Pashinyán convocará elecciones en octubre.

Las grandes asignaturas pendientes son acometer la reforma de la justicia y la lucha contra la corrupción. «La corrupción en Armenia es sistémica, se trata de una lucha a largo plazo», advierte Isikandaryán. Por otra parte, el objetivo de mejorar la economía se antoja como una tarea ardua, habida cuenta de la situación geopolítica del país.

Armenia constituye el principal aliado de Rusia en la zona del Cáucaso sur, y mantiene dos bases militares en territorio de la república caucásica. Además, en 1997, Ereván y Moscú firmaron un acuerdo de amistad que contempla la asistencia mutua en caso de amenaza exterior e incluso permite a tropas rusas patrullar las fronteras comunes con Turquía e Irán.