Al jeque Abd al Wahid, del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Irak (CSRII), el principal partido shií de Irak, se le fastidió ayer el discurso político. A las once de la mañana acudió a la sede de su partido en el barrio de Al Yihad (oeste de Bagdad), que había sido destruida por una explosión, para denunciar a los "terroristas de Sadam" y advertir: "La paciencia del CSRII tiene un límite". Entonces se le encaró un joven lleno de polvo, descalzo, desencajado, y le gritó: "¿Por qué no nos avisásteis de que esto era peligroso?"

El joven se llama Mohamed Rahin, tiene 23 años, y a las cinco de la mañana se le cayó la casa encima. "Hubo una explosión, estábamos durmiendo y todo se derrumbó", explicaba ayer conteniendo las lágrimas entre las ruinas de la casa, de una planta. El jeque trataba de tranquilizarlo, de culpar a los terroristas, pero Mohamed no atendía a razones. Tampoco escuchaba a los policías que decían que no había sido un atentado, ni a los vecinos que sostenían que habían escuchado una explosión y que la policía quería ocultar la violencia entre facciones iraquís. Mohamed sólo pensaba en su tía, Malai Hanila, de 35 años, que murió aplastada.

En el fondo, lo que menos importa es si fue un atentado o no. Por lo que respecta al CSRII, lo importante es lo que ellos crean, ya que eso es lo que puede dar lugar a más violencia. Para Mohamed y las otras 21 personas de cuatro familias que estaban acogidas en el edificio --una escuela religiosa del CSRII, antigua sede del Baaz-- lo importante es que no tienen techo. Ellos, como tantos iraquís, son eternas víctimas colaterales .

Para Saad y Mohamed lo importante es que desde ayer son huérfanos. Y aún no lo saben. Saad tiene 8 años. Mohamed, 9. El pequeño tenía un aparatoso vendaje en la cabeza y el mayor lucía un gran esparadrapo en la oreja. Fueron rescatados a primera hora de la mañana y poco después el hospital ya les había dado el alta. Con la cara llena de polvo y de moscas, se convirtieron en improvisados modelos para una prensa ávida de fotos con las que ilustrar la embrionaria guerra civil iraquí.

Aumento de los alquileres

"Vivíamos en el barrio de Abu Shir, pero al acabar la guerra nos subieron el alquiler y no pudimos pagarlo. Nos alojamos en esta casa, que estaba vacía, pero entonces vinieron las brigadas Badr --el brazo armado del CSRII-- y tomaron el edificio. Nos dejaron quedarnos hasta que encontraran una solución", explicaba ayer Kamila Fedui, cuñada de Malai.

Descalza y sucia, Kamila intentaba consolar a su hijo. "Sólo Dios sabe qué va a ocurrir con nosotros", musitaba.