La provincia indonesia de Aceh, a escasa distancia del epicentro del terremoto que se produjo hace cinco días en el océano Indico, concentra el mayor despliegue humanitario de la historia. Pero las dificultades de acceso a la isla de Nias, devastada por el último temblor de tierra, hace que la ayuda esté llegando con cuentagotas. A medida que pasan los días, suben de tono las críticas por la lenta distribución de agua potable y comida.

Según Fran§ois Desruisseaux, coordinador de las operaciones de la ONU en Gunung Sitoli, capital de Nias, el número de víctimas mortales rondará los 1.300. El Gobierno dijo que no tenía noticias de cuatro suecos que se encontraban en la zona en el momento del temblor.

EL MAYOR PROBLEMA La indonesia Ariani, de 42 años, señaló ayer a un grupo de militares indonesios que estaban bebiendo agua, antes de lamentarse: "No tenemos agua y ellos sí, pero no quieren dárnosla; tengo mucha sed y es difícil encontrar agua". Idéntica queja podía oírse en los hospitales de campaña abiertos en Gunung Sitoli. "No tenemos agua ni comida para los pacientes; se la tienen que traer los familiares, ése es el mayor problema", explicó el médico indonesio Sigit Wiganda.

Fuentes de la Cruz Roja española informaron ayer de que la organización enviará al sur de Nias las siete depuradoras que tienen en Meulaboh, al sur de la provincia de Aceh.

"Se tendría que haber actuado más rápido; pedimos transporte y herramientas a Naciones Unidas y al Ejército indonesio y nos dijeron que no tenían", apuntó el español Miguel Roncero, de Bomberos sin Fronteras, desplazado con Médicos del Mundo a Gunung Sitoli. El Gobierno local ha decretado el cierre de los colegios de Nias durante toda la semana y numerosos niños se encuentran desde la mañana temprano en el aeropuerto o en el puerto de la ciudad.