La victoria del Partido Socialista en las elecciones legislativas portuguesas del domingo deja allanado el camino para que el tren de alta velocidad (AVE) de Extremadura tenga paradas en Madrid y Lisboa en el 2013. No obstante, el actual primer ministro luso, José Sócrates, que ha perdido la mayoría absoluta, deberá buscar la fórmula más adecuada --gobernando en minoría o con coaliciones-- para ejecutar su programa electoral, en el que se incluyen como proyectos prioritarios la construcción de las conexiones ferroviarias con España.

"Tenemos la responsabilidad de gobernar en base a nuestro programa, que ha obtenido el apoyo de los portugueses", subrayó en la madrugada de ayer el líder de los socialistas portugueses, satisfecho pese a haber perdido casi medio millón de votantes. A expensas del recuento del voto en el extranjero, que puede condicionar el reparto final de hasta cuatro escaños, el PS se mantiene como primera fuerza política del país, con 96 diputados --28 menos que en el 2005--.

Los socialistas se han impuesto en 12 de los 18 distritos electorales de Portugal, incluidos los de Lisboa y Oporto. Pero además, los mejores resultados los han cosechado en zonas claves para la construcción del AVE, como el entorno de las dos grandes capitales o las regiones fronterizas con España por las que transitará la alta velocidad. Así, por ejemplo, en el concejo de Elvas han obtenido el 42% de los votos y en municipios como Caya, el 45,8%.

Sócrates ahora deberá decidir si trata de gobernar en minoría, buscando pactos puntuales --como hace el Gobierno de Rodríguez Zapatero en España-- o busca un ejecutivo fuerte mediante coaliciones. Esta segunda opción parece la más complicada. Aunque el primer ministro no descarta nada, un pacto de Estado con el conservador Partido Social Demócrata --la segunda fuerza más votada, con 78 escaños-- se antoja casi imposible por el antagonismo mostrado por los candidatos de uno y otro partido en la campaña electoral. En este sentido hay que recordar que la aspirante socialdemócrata, Manuela Ferreira Leite, prometió detener las inversiones en infraestructuras si ganaba estas elecciones.

A LA IZQUIERDA, DIFICIL Tampoco parecen sencillas el resto de alternativas con las otras tres formaciones que han logrado representación en la Asamblea Nacional. Pactar con el democristiano CDS-PP --que tendrá 21 diputados-- supondría un giro a la derecha que descuadraría ideológicamente a los socialistas. Además, su líder, Paulo Portas, ha defendido en estas semanas las ventajas de las "pequeñas inversiones" frente a los grandes proyectos de infraestructuras.

La otra opción para alcanzar los 116 escaños que darían al PS un gobierno en mayoría absoluta sería una coalición de izquierdas, con los marxistas del Bloque de Izquierda (16 diputados) y el comunista CDU (15). Sin embargo, los dirigentes de una y otra formación, Francisco Louçá y Jerónimo de Sousa, han centrado su campaña en desacreditar a Sócrates, al que acusan de ejecutar una política económica de derechas. No obstante, hay puntos en común, como la apuesta de los tres partidos por la construcción del AVE.

Por último, la posibilidad de un gobierno de derechas mediante un pacto entre el PSD y el CSD-PP --sumarían 99 escaños-- tampoco tiene mucha fuerza. Es más, en las filas socialdemócratas lo que ya ha comenzado a plantearse es la idoneidad de Manuela Ferreira Leite como líder del partido.