Dos Italias distintas y lejanas entre sí se confrontan hoy y mañana en las urnas. No son las dos Españas de Antonio Machado: una representa la continuación, modernizada, del fascismo primero y de la democracia cristiana después, y la otra ofrece la posibilidad de quitar finalmente los frenos y dejar de mirar solo al pasado para que Italia pueda sentirse igualmente un gran país. Los electores dudan y se reparten por mitades.

Más de 47 millones de electores acuden a votar para elegir entre el conservador Silvio Berlusconi y el progresista Walter Veltroni, líderes respectivamente del Pueblo de la Libertad (PDL) y del Partido Democrático (PD). A los comicios se presentan 32 partidos, con 15 candidatos a primer ministro, pero solo el PDL y el PD tienen posibilidades de conseguir la mayoría necesaria para gobernar. Los últimos sondeos, secretos desde hace dos semanas, indican una victoria de Berlusconi en el Congreso y un probable empate técnico en el Senado que comprometería la gobernabilidad, ya que daría a la oposición la posibilidad de bloquear todos los proyectos de ley. En las últimas horas la diplomacia paralela de las dos principales fuerzas ya está buscando una solución para salir del inminente atolladero.

MENSAJES DE CAMBIO "Es posible" (cambiar) ha sido el eslogan electoral de Veltroni, que a lo largo de más de 12.000 kilómetros de viaje por el país ha invitado a "pasar página" y a dejar de "mirar hacia el pasado" para encarar el futuro "en un país inmovilizado desde hace 15 años". Berlusconi, ya conocido por haber gobernado en dos ocasiones --la primera (1994) durante siete meses y la segunda (2001-06) cinco años--, invita a Italia a "volverse a levantar", después de que, según él, se haya producido un descalabro general propiciado por dos años de Gobierno del progresista Romano Prodi.

La campaña electoral fue bastante comedida durante tres semanas, a causa del buen tono de Veltroni, de modo que Italia parecía haberse convertido en un país del norte europeo. Sin embargo, en la última semana, Berlusconi la calentó de repente y obligó a su adversario a seguirle, ambos a la búsqueda del voto del 30% de los indecisos, la mitad de los cuales ya no acuden habitualmente a las urnas. Los indecisos no harán cambiar los resultados, han venido a decir varios expertos en técnicas electorales de las universidades Bocconi de Milán y Luiss de Roma. Así las cosas, si se produce el empate técnico en el Senado será por una estúpida ley electoral aprobada por los conservadores en el 2006 y calificada por ellos mismos como "una porquería".

La campaña se ha caracterizado por promesas muy prudentes y dirigidas principalmente a las clases sociales más bajas, a las familias, a los jubilados y a las amas de casa, buena parte de las cuales constituyen el público de las tres televisiones de Berlusconi. Pero la diferencia más marcada entre ambos candidatos es la visión que tienen de su país.

PROGRAMA CASI IDENTICO Berlusconi atribuye la situación de Italia a los "gobiernos de los comunistas", especialmente al Gabinete de Prodi, silenciando que nunca hubo un Gabinete marxista y que Prodi ha durado solo dos años, mientras que el anterior Ejecutivo suyo duró cinco y no hizo todo lo que había prometido aun teniendo mayoría absoluta. Ahora presenta un programa casi idéntico al del 2001, cuando ganó las elecciones. Veltroni ha subrayado la necesidad de pasar página de 15 años de crispación, que atribuye a Berlusconi, y cambiar un Estado que cuenta con más de 20.000 leyes, más del doble que Francia y casi el triple de Alemania.