El tan esperado encuentro entre el primer ministro francés, Dominique de Villepin, y los principales sindicatos para tratar de resolver la crisis social que ha abierto en Francia el controvertido contrato de primer empleo (CPE) fue un verdadero fracaso. Villepin y los líderes sindicales se mantuvieron firmes en sus posiciones. La única concesión que hizo el primer ministro fue el compromiso de recibir hoy, en lugar del lunes, a las organizaciones estudiantiles, más determinadas que nunca a seguir protestando a pesar de la escalada de violencia al margen de las manifestaciones, que son cada vez más numerosas.

El encuentro entre Villepin y los líderes sindicales --el primero desde el comienzo de la crisis, hace dos meses-- comenzó con mal pie, puesto que previamente, el presidente francés, Jacques Chirac, había declarado desde Bruselas que el CPE "se aplicará". El primer ministro también se situó en la misma línea desde el principio de la reunión, mientras que los líderes sindicales se mantuvieron firmes en reclamar la retirada o la suspensión del CPE antes de negociar.

Por lo tanto, se mantiene la convocatoria de huelga nacional --es decir general-- para la jornada de acción del martes. Este será un día negro para el Gobierno y los ciudadanos franceses, ya que los paros afectarán especialmente el servicio público y a los transportes. También se ha convocado una nueva manifestación unitaria que se espera multitudinaria y que debería contribuir a paralizar el país, junto con las huelgas.

Según Bernard Thibault, líder de la CGT (primer sindicato del país), todas las centrales mantienen su posición de que la retirada del CPE "es la única respuesta" a la crisis. Por su parte, Villepin declaró que esta reunión "es una primera etapa" y expresó su voluntad de seguir hablando. Las dos partes reconocieron, sin embargo, la urgencia de encontrar una salida, ante la magnitud de los enfrentamientos que se registran sistemáticamente al término de las protestas.

MANO TENDIDA LIMITADA Fue precisamente la radicalización del movimiento de protesta lo que incitó a Villepin a tener un gesto hacia los sindicatos. Sin embargo, la mano tendida se ha limitado a una nueva propuesta de modificación del CPE que rechazan las centrales y los estudiantes. El polémico contrato destinado a los jóvenes menores de 26 años contempla la posibilidad del despido sin justificar durante 24 meses, lo que para sus detractores equivale a una "institucionalización de la precariedad" para los jóvenes.

La prensa comienza a preguntarse el por qué de tanta intransigencia por parte de Villepin, quien, según los analistas, se encuentra en una situación extremadamente difícil. Cada vez son más numerosos los cargos electos de su propia mayoría que llaman abiertamente al primer ministro a que "entre en razón".