La tensión y la violencia volvieron a las calles de la turística ciudad colonial de Oaxaca con motivo de la celebración de la gran fiesta folclórica de este estado del sur de México, la Guelaguetza --voz zapoteca que quiere decir ofrenda, o dar para recibir --. Millares de maestros y miembros de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) intentaron el lunes llegar al Cerro del Fortín, donde la fiesta se ha celebrado desde tiempos inmemoriales, y fueron rechazados con gases lacrimógenos por centenares de policías apostados en medio del camino.

En el consiguiente enfrentamiento a pedradas y golpes, más de medio centenar de personas resultaron heridas, más de 40 fueron detenidas y siete autobuses quedaron envueltos en llamas. Los gritos contra el denostado gobernador, Ulises Ruiz, volvieron a resonar por Oaxaca.

Los maestros y la APPO, que el año pasado protagonizaron una revuelta que acabó con 27 muertos y la entrada de la policía militarizada en la ciudad, celebraron finalmente su Guelaguetza en la plaza de la Danza, en pleno centro, donde la música y el baile de las 16 etnias del estado se mezclaron con las reivindicaciones sociales y políticas.

La mayoría del magisterio optó este año por aceptar los aumentos salariales propuestos por el Gobierno, pero decidió ocupar la capital hasta las legislativas del 5 de agosto e impedir la celebración de la Guelaguetza oficial los lunes 23 y 30 de julio. El Ejército, dos cuerpos federales de policía y siete cuerpos estatales tomaron desde el sábado el Cerro del Fortín y el gobernador aseguró que la fiesta al final "se hará en santa paz".

Los lunes del Fortín , que en 1938 pasaron a llamarse Guelaguetza, se han convertido en el motivo máximo de fricción entre Ulises Ruiz y el amplio movimiento social que viene pidiendo su renuncia. Los maestros y la APPO impidieron hace un año la celebración oficial y montaron una Guelaguetza que recuperaba el sentido popular de la fiesta.