Un auténtico terremoto político. La visita del líder libio, Muamar Gadafi, a París no solo levanta críticas en la oposición y en las organizaciones de derechos humanos, sino que la indignación alcanza a miembros del Gobierno. La próxima semana, Gadafi visitará por primera vez España.

Ante las críticas, el presidente, Nicolas Sarkozy, convocó al Elíseo a la secretaria de Estado para los Derechos Humanos, Rama Yade, quien se expresó con gran crudeza contra la visita, y fue apoyada por el ministro de Exteriores, Bernard Kouchner.

"Nuestro país no es un felpudo sobre el que un dirigente, terrorista o no, pueda venir a secarse los pies de la sangre de sus crímenes", declaró Yade a Le Parisien. "Sería indecente que esta visita se limite a la firma de contratos. Que Gadafi venga a París, de acuerdo, pero que se le reciba con un discurso riguroso sobre los derechos humanos", dijo.

FILLON RESPONDE Además, el primer ministro, François Fillon, contestó a la joven secretaria de Estado, nacida en Senegal. "Que los que dan lecciones se muerdan siete veces la lengua. Dejar a las enfermeras búlgaras pudrirse en las prisiones libias habría sido un crimen", dijo Fillon, confirmando que la visita es un precio por la liberación del grupo.

Tras ver a Sarkozy, Yade matizó sus críticas y lamentó que Gadafi llegue a Francia precisamente el día en que se cumple el 59º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Kouchner defendió a su secretaria de Estado --"tiene razón de hablar así", dijo-- y se mostró "resignado" ante la visita.

Las críticas de la oposición son más virulentas si cabe por el hecho de que Sarkozy prometió acabar con la realpolitik y valorar el respeto de los derechos humanos. Los socialistas denunciaron la "diplomacia de conveniencia" y el "cinismo" del presidente, a quien recordaron que ha recibido al venezolano Hugo Chávez, ha visitado China y ha felicitado al ruso Vladimir Putin por su victoria en las legislativas. Solo Irán, Kazajstán y Francia han enviado mensajes a Putin.