Las elecciones regionales belgas celebradas ayer dejan al frágil Gobierno federal en una situación de máxima inestabilidad, ya que endurecerá las negociaciones sobre la reforma del Estado y podría precipitar la convocatoria de elecciones anticipadas.

Los primeros datos provisionales mostraban anoche unos resultados muy igualados en torno al 27%-28% entre los liberales francófonos (MR) y los socialistas (PS) en Valonia y una clara victoria liberal en Bruselas, aunque no se ha producido el hundimiento socialista que podía presagiar la acumulación de escándalos de corrupción en el PS.

Los ecologistas francófonos han irrumpido en la escena política como tercera fuerza en Valonia, con el 17% de los votos. Esto abre la posibilidad a los liberales de Didier Reynders de materializar su proyecto de aliarse con Ecolo para arrebatar el poder al PS en su histórico feudo de Valonia.

Reynders, vicepresidente del Gobierno y ministro de Finanzas, ha centrado la campaña electoral en un ataque frontal al PS, su socio gubernamental, al que llegó a calificar de "intratable". Esa alianza MR-Ecolo podría hacer insostenible la continuidad del Gobierno federal.

MAS PRESION En Flandes, los votos han consolidado los planteamientos más nacionalistas, lo que intensificará la presión para transformar Bélgica en un estado confederal. Los democristianos del primer ministro, Herman van Rompuy, se mantienen en cabeza con el 24%. Las otras fuerzas nacionalistas, como la populista lista Dedecker (11,7%) y la NVA (10%), obtuvieron significativos avances. Por el contrario, las fuerzas menos nacionalistas como los liberales (VLD) (16,7%), socialistas (SP) (14,3%) y ecologistas (8,3%) se estancaron o retrocedieron. El nuevo Gobierno regional flamenco, mucho más nacionalista, endurecerá aún más sus exigencias de mayor poder para Flandes.