Roma echó ayer un suspiro de alivio por lo bien que ha salido todo, aunque el estado de alerta sigue en vigor. Gracias al fin de semana, cientos de miles de personas han decidido permanecer en la capital italiana y otros se están organizando ya para estar de nuevo cuando --con toda probabilidad la próxima semana-- haya un papa nuevo. Las vallas, los aseos químicos y algunos puestos de emergencia sanitaria siguen en su sitio. La mayor parte del gigantesco ejército de peregrinos polacos ha vuelto o está volviendo a su país, pero varios miles siguen en Roma, donde en la noche del viernes organizaron una procesión con velas, cantos y rosarios en las inmediaciones de San Pedro. Escenas inimaginables en la Roma habitual.

250.000 peregrinos

A pesar de la lluvia, ayer pasaron por la plaza vaticana 250.000 turistas-peregrinos, muchos de los cuales esperaban acceder a las grutas subterráneas de la basílica, que abrirán el martes, para visitar la tumba de Karol Wojtyla. La ciudad está de nuevo limpia y ha recuperado una buena parte de su desenfadado caos habitual. Los coches recorren de nuevo la Vía della Conciliazione y la Capilla Sixtina, donde se elegirá el nuevo papa, que ya ha sido cerrada a los visitantes.

También ha sido sellado el apartamento papal: su secretario, Stanislaw Dziwisz, las monjas cocineras y otros colaboradores del difunto papa, hicieron las maletas ayer, poniendo punto final a 26 años de residencia en uno de los lugares por donde ha transcurrido una parte de la historia actual. Un refrán romano para indicar que la vida sigue, afirma que "muerto un papa, se hace otro".

El balance final trazado ayer por el alcalde, Walter Veltroni, fue positivo. Quizás menos para los 23 carteristas pillados in fraganti mientras aligeraban a los fieles, para un serbio fugado a la justicia que se camuflaba entre las colas y para los comerciantes --pocos-- multados por vender a cinco euros una botellita de agua mineral que suele darse por 50 céntimos.

Los autobuses urbanos han transportado un millón y medio más de pasajeros, el metro unos 300.000 de más diariamente y 5.200 autocares de visitantes han aparcado donde debían o donde pudieron. Hoy domingo 1.100 barrenderos municipales acabarán la faena. Gracias por la organización perfecta , ha escrito el Colegio de cardenales a la ciudad.

El evento ha dejado en Roma una plaza titulada a Juan Pablo II y el cambio de nombre de Termini, la estación central, que también llevará el nombre del papa fallecido. Muchos jóvenes se sentirán afortunados porque se han ido de Roma de mano de una pareja que a la llegada no tenían y en Italia o en Polonia muchos bebés recordarán, cuando sean mayores, que existió un papa llamado Karol, ya que la emoción ha llevado a sus padres a ponerles los nombres de Carlos, Pablo y Juan. Como llamarse Débora hace años, porque la tele retransmitía la serie Dinastía . "Muerto un papa, se hace otro".