Los indicios desaconsejan apostar por la calma inminente en la península coreana. Ayer fueron encontrados los cadáveres de dos civiles entre las ruinas de la isla atacada el martes por Corea del Norte, que se suman a los dos militares muertos. Por otro lado, EEUU confirmó su participación en las próximas maniobras militares en aguas fronterizas junto a Seúl, que acostumbran a desquiciar a Pyongyang.

Desde que Pyongyang atentara contra un avión surcoreano con 115 personas a bordo en 1987, las muertes en el conflicto se las suelen repartir los militares de ambos lados. El hallazgo de los dos civiles, obreros de la construcción de unos 60 años, vuelve a medir el límite de la paciencia global a los desmanes norcoreanos, y en especial la de Seúl. En la opinión pública surcoreana anida la certeza de que le salen gratis.

La prensa recordó ayer que las docenas de proyectiles caídos sobre la isla de Yeonpyeong fueron el primer ataque de Pyongyang a suelo nacional y contra civiles surcoreanos. "El número de víctimas puede ser pequeño, pero el significado es mucho mayor", dijo ayer el presidente surcoreano, Lee Myung-Bak.

MEDIDAS INUTILES En el influyente diario Dong-A Ilbo se leía que "un palo es la única medicina para un perro rabioso". Seúl ha prometido una "dura represalia" si se repite un ataque similar, asumiendo que no la habrá por este. Como todo castigo, canceló una misión industrial conjunta, las conversaciones sobre reunificación familiar y los envíos de ayuda humanitaria.

Esas medidas se han demostrado inútiles para embridar la belicosidad de su vecino, que ha logrado recaudar entre la comunidad internacional 7.000 millones de dólares desde que empezara a negociar el desmantelamiento de su programa nuclear.

Washington y Seúl prometieron trabajar "hombro con hombro" ante la amenaza norcoreana. La colaboración pasa por las maniobras militares que empezarán este domingo y se alargarán hasta el miércoles.

A la zona ya se acerca el portaviones de la marina estadounidense USS George Washington. Las maniobras se celebrarán en el mar Amarillo, escenario de numerosos enfrentamientos, y a escasos 100 kilómetros de la isla atacada. Es habitual que Pyongyang abra el grifo de las amenazas coincidiendo con estas maniobras conjuntas, que entiende como ensayos de invasión a escasos kilómetros de su frontera.

Seúl reforzará con más artillería Yeonpyeong después de que el martes sufriera un ataque con 170 proyectiles, de los que la mitad hicieron blanco y derribaron decenas de casas. El intercambio de fuego, que duró más de una hora, se originó por unos ensayos militares surcoreanos que enfurecieron a Pyongyang. Han huido más de 700 lugareños de los 1.500 que viven en la isla, que alberga una base militar permanente.