Jacob Zuma, investido hoy en Pretoria como cuarto presidente de la historia democrática de Sudáfrica, se comprometió a trabajar con firmeza y entusiasmo para mejorar la vida de todos los sudafricanos, en especial los más desfavorecidos, según dijo en una breve alocución. En un acto multitudinario con la asistencia de 29 jefes de Estado y de Gobierno, Zuma, el líder del gobernante Congreso Nacional Africano (CNA), de 67 años, juró el cargo ante el jefe del Poder Judicial de Sudáfrica, Pius Langa, tras la victoria electoral de su partido en los comicios generales del pasado 22 de abril. En su juramento, Zuma señaló que asumía el cargo de presidente de Sudáfrica para "mantener la Ley y la Constitución" y "defender y promover los derechos de todos los sudafricanos" y concluyó con: "Que Dios me ayude", tras lo cual los asistentes prorrumpieron en una gran ovación. En la ceremonia estuvieron en puestos preferenciales los tres anteriores presidentes de Sudáfrica: El premio Nobel de la Paz y primer jefe del Estado negro del país, Nelson Mandela, su sucesor, Thabo Mbeki, y Kgalema Motlanthe, que ha estado apenas ocho meses en el cargo. Como primera dama, que se ignoraba quien sería, estuvo en la tribuna presidencial la primera esposa de Zuma, Sizakele Khumalo, con la que el nuevo mandatario lleva casado desde 1960, aunque tiene otras dos esposas, la más joven de 33 años, y al menos 19 hijos, según su biografía oficial. Después de investidura formal, varios helicópteros militares, con la bandera de Sudáfrica, sobrevolaron los Edificios Gubernamentales de Pretoria, en cuya escalinata se celebró el acto, y se interpretó el himno nacional mientras se disparaban las salvas de ordenanza. Zuma agradeció su trabajo a sus predecesores, empezando por Mandela y el último gobernante del "apartheid", Frederick de Klerk, que acabaron con el régimen de segregación racial en 1994. También elogió a Mbeki, su rival dentro del CNA, y Motlanthe, su lugarteniente en el partido, por facilitar la "transición" en el breve periodo que ha estado en la Jefatura del Estado. El nuevo presidente aseguró que ahora Sudáfrica está "en un momento de renovación" y recalcó que el país está "unido en un deseo común de una vida mejor", para lo que prometió trabajar, en especial para los pobres, que tras 15 años de democracia siguen siendo una gran parte de sus cerca de 50 millones de habitantes. Zuma recalcó que "los cimientos de la economía sudafricana son sólidos" para salir adelante pese a la crisis económica mundial y afirmó que, con el Campeonato del Mundo de Fútbol 2010, el país "ofrecerá un evento de categoría mundial" y demostrará su fortaleza y desarrollo. En materia internacional, apuntó que en sus relaciones multilaterales y bilaterales el país luchará, entre otras cosas, para la erradicación de la pobreza en el mundo y la promoción de la paz, la seguridad y estabilidad, en especial en el continente africano. En el acto han estado presentes 29 jefes de Estado y Gobierno, la mayoría africanos, además de unos 5.000 invitados oficiales y, según los organizadores, unos 30.000 espectadores, que acudieron a la zona administrativa de Pretoria desde temprano, pese a la baja temperatura y la lluvia, que obligó a usar paraguas y mantas. Entre los gobernantes presentes estaba el líder libio Muamar Gadafi, presidente de la Unión Africana (UA), alrededor de una veintena de mandatarios del continente, entre ellos la casi totalidad de los de la Comunidad para el Desarrollo de África Meridional (SADC). También estaba el destituido presidente de Madagascar, Marc Ravalomanana, pero no había representación del Gobierno golpista de Andry Rajoelina, suspendido por la AU y la SADC hasta que el país regrese a la vía constitucional. Algunos gobernantes presentes han sido objeto de polémica, como el autoritario presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, y el rey Mswati III de Suazilandia, único monarca absoluto que queda en África, de los que el Partido Comunista de Sudáfrica (SACP), aliado de Zuma, ha dicho que no deberían haber estado en una "celebración de la democracia". Además de ellos, otros países invitados, como Irán, Birmania, Sudán o Corea del Norte han sido criticados por ignorar los derechos humanos. Organizaciones humanitarias internacionales y locales han pedido al Gobierno, en palabras de Human Rights Watch, que escoja el buen camino y restaure la credibilidad y el equilibrio de la política exterior sudafricana" en esta materia.