Al margen de lo que suceda en su interior durante la próxima quincena, Pekín dejará para la historia deportiva una batería de instalaciones casi insuperables. El perfil superpuesto del Centro Acuático Nacional, el ya famoso Water Cube, un amasijo de retorcidas columnas de hormigón que asemejan el nido de un pájaro, es una de las imágenes más recurrentes de estos Juegos. Si a ello se añade la visión nocturna --normalmente colores azulgrana para el cubo y un rojo diabólico para El Nido-- tendremos la mejor perspectiva que el visitante se puede llevar.

Al contrario que hace cuatro años en Atenas, los chinos hicieron un trabajo perfecto de planificación desde que Juan Antonio Samaranch pronunció la palabra Beijing en su última sesión al frente del Comité Olímpico Internacional, en julio del 2001 en Moscú. Las 37 instalaciones de los Juegos (31 en Pekín) estuvieron listas muchos meses antes de la inauguración de hoy. La que más se demoró fue precisamente el complejo estadio principal, de los arquitectos suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron, que se llevó junto al Cubo de Agua 700 de los 2.000 millones de dólares (1.300 millones de euros) que costaron, el conjunto de las instalaciones.

MILLONES DE LOCALIDADES De los recintos, 14 son nuevos, 9 temporales y el resto han disfrutado de una remodelación en profundidad que les han dado una capacidad total de 7 millones de localidades, casi el doble de las que tuvo Barcelona en 1992. Las dos joyas de la corona que se apilan en el Parque Olímpico no son las únicas que brillarán, sin embargo. El velódromo de Laoshan, en forma de platillo volante, destaca poderosamente en el oeste de la ciudad, en el escenario donde Joan Llaneras buscará su tercera medalla bajo en enorme tragaluz redondo de 56 metros de diámetro.

El recinto que acogerá el tenis también tiene una estructura original, en forma de pétalos, y está diseñado para rebajar la temperatura en la grada en unos cinco grados. El pabellón de baloncesto en Wukesong, al lado del estadio de béisbol, es anodino por fuera, pero muy amplio por dentro (18.000 espectadores), con todas las características de una pista de la NBA y el terreno de juego por debajo del nivel exterior.

Pero no todo son recintos nuevos y recién construidos para esta ocasión. Un inmenso lavado de cara ha servido para recuperar el Estadio de los Trabajadores, construido en 1959 por orden de Mao Zedong, con capacidad para 60.000 espectadores y que acogerá, entre otros partidos del torneo de fútbol, la final femenina del día 21. Lejos han quedado los actos de la Revolución Cultural que acogió este estadio.