Gervi Deferr es infalible. Un reloj que se pone en hora cada vez que entra en competición. No existen mucho más casos de tanta solvencia en la historia del deporte español. Ayer volvió a demostrarlo en Pekín, colgándose del cuello una medalla de plata en suelo, su mejor especialidad. Se le había resistido en Sydney-2000 y en Atenas-2004, donde se coronó en salto. Pero ayer rompió el maleficio en la prueba que le abrió la puerta de la élite en 1999, con una plata en el Mundial de Tianjin. "Por fin la he conseguido", estalló de alegría tras la gesta.

No le importó que el gimnasta chino Kai Zou le arrebatara el escalón más alto del podio. Tampoco que quedara la impresión de que hubo algún favoritismo por parte de los jueces a la hora de puntuar. "Esta medalla me sabe a oro", aseguró el gimnasta de Premià de Dalt, que sabe que sigue haciendo historia. Con 27 años, Deferr igualó ayer al ciclista Joan Llaneras como el mejor deportista en unos Juegos, con dos oros y una plata y es, de largo, el mejor gimnasta español de la historia.

"Tres Juegos, tres medallas. Qué puedo decir. Es una pasada", explicó exultante Deferr que, nada más concluir su ejercicio, lanzó el puño hacia la grada con satisfacción, consciente de su buena actuación, buscando la complicidad del gimnasta Victor Cano, compañero suyo en anteriores selecciones y que acudió a Pekín a darle apoyo junto a su familia. "Tiene una hija, Claudia, y yo soy el padrino. Ahora mismo deben estar esperándome en alguna parte de Pekín para celebrarlo", descubrió.

Deferr también se fundió en un emotivo abrazo nada más acabar con su técnico Alfredo Hueto, el hombre que ha tutelado la mayor parte de su carrera. "Ahora vamos a por la cuarta. Gervi es una pasada, es el Maradona de la gimnasia", lo elogió el preparador, a quien Deferr simplemente le dijo al oído: "Muchas gracias".

ADVERSIDADES Solo Deferr y Hueto saben el esfuerzo que les ha costado alcanzar esta tercera medalla olímpica. "Cada una de las que he conseguido es para mí muy especial y esta lo es porque la he conseguido con 27 años, con dos operaciones en los hombros y superando una lesión en un pie", descubrió el triple medallista olímpico.

En la concentración de Madrid, para preparar los Juegos, estuvo a punto de fracturarse los dos pies después de una mala caída en un salto. El golpe le provocó dos fuertes contusiones que lo tuvieron parado durante cuatro semanas. Esa fue la razón por la que descartó entrar en las prelimares de este aparato y decidió competir únicamente en suelo. Desde entonces, los médicos de la federación han trabajado día y noche para recuperarlo. Incluso ayer, poco antes de subir al podio, estaban tratándolo. Para ellos fue parte del agradecimiento de la medalla.

La de Gervi Deferr ha sido una carrera contra el reloj. Hace apenas dos meses, en el Campeonato de España, Deferr acabó sexto en el concurso de suelo. En el Memorial Joaquím Blume, ni entró en final. Se cernían nubes de tormenta. Pero ayer, el día previsto, apareció puntual.

Todo se le puso además de cara. A la primeras de cambio, sus dos rivales más directos, el brasileño Diego Hypolito, y el rumano Marian Dragulescu, se descolgaron de forma inesperada. Hypolito, el campeón del mundo, que entró en la preliminar con la mejor nota, se cayó de espaldas en la salida de la última diagonal. Lo mismo le ocurrió a Dragulescu, plata en Atenas. Deferr explicó que lo primero que se le pasó por la cabeza fue: "No puede ser, es como si me pusieran la medalla en bandeja". Pero fue solo un fogonazo. Después, volvió a lo suyo. A calibrar mentalmente la situación. "Solo tienes que concentrarte. Haz tu trabajo. Lo has hecho millones de veces".

Y lo hizo, vaya si lo hizo. Su amigo Dragulescu, al verse descartado, fue quien lo espoleó antes de que saliera a competir. "Venga, Gervi, que tú puedes. Ves a por el oro".

Fue un ejercicio casi perfecto. Solo cometió un desliz: una ligera caída de brazos al ejecutar un Cristo invertido, pero fue suficiente para cruzar el umbral de la leyenda.