COREA: Han (Kang); Jeong (7), Kim (3), Jung (5), J. Park, C. Park, Yoo; Lee (1), Lee (2), Paek (6) y Yoon.

ESPAÑA: Barrufet (Hombrados); Rocas (8), R. Entrerrios (4), Garabaya, Carlos Prieto (1), Belaustegui (2), Lozano (1), Davis; Juanín García (6), Iker Romero (4) y Malmagro (3).

PARCIALES: 1-2, 4-4, 6-6, 8-7, 10-10 y 13-14, descanso, 17-20, 17-22, 17-24, 19-26, 20-24 y 24-29.

ARBITROS: Gjeding y Hansen procedentes de Dinamarca. Excluyeron a los españoles Prieto, Lozano, Malmagro y Romero y a los coreanos Park y Yoon.

Míralo, míralo. ¡Qué grande es, Barru! ¡Le queda mucha gasolina, mucha!". La voz, desaforada y exultante de Iker Romero, atronó ayer en el pabellón que acogió el cómodo triunfo de España sobre Corea del Sur (29-24), que le coloca en semifinales, donde le aguarda mañana Islandia (14.15 h). Pero nada habría sido igual sin Barru, David Barrufet que vive, a sus 38 años, sus quintos y últimos Juegos. "Llevo 10 o 12 años viéndole y jamás había asistido a un partido como éste. Impresionante. Sin palabras", gritaba Iker, mientras el protagonista, bañado en sudor, tras un épico partido, contenía la emoción.

"¿Cuántas paradas he hecho. Ni lo sé, yo solo miraba en el marcador la diferencia que íbamos cogiendo", se limitó a decir el portero del Barça, intentando salir del centro del escenario. Era poco menos que imposible. España ganó gracias a las prodigiosas manos de Barru, la velocidad de Rocas, el extremo del Barça que encadenó una racha extraordinaria en la segunda mitad (con seis de sus ocho goles) y a una gran defensa. Nada que ver con la igualada primera mitad (13-14 para España en el descanso). Entonces, los surcoreanos volaban, las transiciones eran rapidísimas, y el choque que marca la frontera entre el bien y el mal era un intercambio de golpes hermoso, versátil: tú marcas, yo respondo; tú, al palo; yo también.

SEGUNDO ACTOComenzó la segunda mitad, se colocó Barru en la portería y el panorama cambió. El no lo sabe, pero realizó 11 paradas de 19 lanzamientos (58%), que agotó no solo física sino también psíquicamente a los coreanos. "Las ha parado hasta con la cabeza", bromeó Iker. Y es cierto. Hubo una pelota que desvió con el flequillo rubio antes de que tocara en el travesaño y el rival se rindió.

Qué lejos quedan los días en que España era un manojo de nervios, insegura, incapaz de aspirar a las medallas. Da la sensación de que ha pasado una eternidad. "No estamos defendiendo una puta mierda", bramó el mismo Romero tras ganar por la mínima a Brasil el pasado lunes. O sea, hace apenas 48 horas. "Necesitamos ponernos las pilas. Bueno, no. Lo que necesitamos en una batería de camión porque con las pilas sólo no nos va a valer", añadió luego el azulgrana. No se sabe donde, pero hallaron ese camión para tumbar a Corea y colocarse en las semifinales, a las que no llegaban desde Sidnéy-2000, donde acabaron con el bronce en el cuello.

A POR EL ORO Ahora, en cambio, confían en llegar a la final tras superar a Islandia. "Hemos jugado muchos partidos contra ellos en esta fase de preparación. Nos conocemos mucho, pero queremos luchar por el oro. Estamos cerca, pero aún queda mucho trabajo", advirtió Barru. Pero si él está mañana como ayer no hay problemas. "No me quiero ir sin una medalla", fue una de las últimas cosas que se le oyó a Barrufet antes de irse al vestuario, mientras Romero aún seguía dando botes de alegría. Es verdad que su codo derecho no le deja vivir tranquilo --"le he dado mucho tute, pero aguantará como sea hasta la final", dijo Iker--, pero España aguanta de pie por las manos de Barrufet