Lo que no pudo lograr su padre, medalla de plata por la Unión Soviética en el concurso individual de gimnasia en los Juegos de Seúl, lo consiguió ayer su hija Nastia Liukin, de 18 años, una de las estrellas del equipo estadounidense.

Valery Liukin obtuvo el oro por equipos y en barra fija en los Juegos disputados hace 20 años, pero se tuvo que conformar con la plata en el concurso general y en las paralelas. "Nastia ha corregido mi error", se enorgulleció Valery, que siguió a pie de pista el ejercicio, ya que también ejerce de entrenador.

Nacida en Moscú, pero emigrada con su familia a EEUU cuando solo tenía dos años, Nastia superó en la final a su compatriota Shawn Johnson y la gimnasta china Yang Yili, tomándose la revancha del concurso por equipos, donde venció en el que China se llevó la victoria.

Hija de un padre campeón y de Anna Kotchneva, campeona del mundo en gimnasia rítmica en 1987, Nastia demostró que ha heredado los genes de la familia. "Mis padres me cuentan que desde que era muy pequeña, con tres o cuatro años, solía ir por casa con una cinta en la manos, la lanzaba al aire, y entonces corría a por ella, dando una cabriola", explicó la propia Liukin.

"Nastia estaba lista para este desafío", la elogió Valery, que decidió dar un cambio radical a su vida en 1991, cuando se derrumbó la Unión Soviética, emigrando a Estados Unidos, para instalarse en Plano, un suburbio de Dallas, donde montó un gimnasio.

"Conquistar el oro con él a mi lado ha resultado impresionante. Todo el trabajo, las lesiones, la sangre, las lágrimas, todo ha valido la pena", declaró llena de felicidad Nastia, que aún visita a veces a su familia en Rusia.