Solo valía el oro para Fernando Echávarri y Antón Paz, y el viento les acompañó hasta lo más alto del podio. En aguas de Qingdao encabezaron desde el primer día el campeonato de la clase Tornado, con cuatro triunfos parciales en las diez pruebas previas, obesionado con no perder nunca el rumbo que les conducía al oro. En esta posición privilegiada afrontaron ayer la final y no fallaron.

Es la segunda medalla de la vela española en estos Juegos, después de la plata conseguida por Iker Martínez y Xabi Fernández en 49er. También se han logrado dos diplomas, el de Marina Alabau en RS:X F y el de Onán Barreiros y Aarón Sarmiento en 470 M. Podría haber caído algún diploma más, pero las condiciones de poco viento del Mar Amarillo no acompañaron. En cualquier caso, se han cumplido las expectativas para uno de los equipos más fuertes de las últimas citas. Sus deportistas suman 4 medallas olímpicas (ahora, ya 6) y 30 en Europeos y Mundiales. Y es el deporte español más laureado en los Juegos, por número de medallas, que ya son 17, y por número de oros, ahora 11.

MANIACOS CON EL MATERIAL Este último llegó bajo una tormenta de lluvia y viento, que hizo de la decisiva final una lucha espectacular. La regata de Echávarri, que ejerce de patrón, y Paz, el tripulante, fue casi perfecta. Mirando siempre para atrás, porque allí es donde tenían a sus máximos rivales, los australianos Bundock y Ashby (plata) y los argentinos Lange y Espinola (bronce). Los mantuvieron bajo control en todo momento. Solo en un instante se asustaron, cuando su velocidad se vio muy mermada. "Quizá enganchamos un plástico", comentaron.

Hubo otro momento clave: los alemanes, clasificados en cuarta posición, perdieron toda opción al podio al volcar su barco, lo que significaba que el dúo español se aseguraba el metal. Pero eso ya ni les importaba, porque en su veloz catamarán solo volaban hacia el oro.

Los de Grecia fueron sus primeros Juegos y allí una rotura en una de las pruebas les alejó de la lucha. "Ahora que hemos visto lo que cuesta, me doy cuenta de que en Atenas no estábamos preparados para la medalla", admitió Echávarri. Se tuvieron que conformar con el diploma del octavo puesto, que les dejó un sabor agridulce, y que en estos Juegos les ha llevado a ser unos maníacos del material, revisándolo todo una y otra vez para no fallar.

FUTURO INCIERTO La velocidad estaba de su lado: "Nadie quería hacer la salida junto a nosotros porque enseguida les adelantábamos". Solo los australianos, casi imbatidos en el último año, podían hacerles sombra pero con el triunfo parcial de la primera jornada, Echávarri y Paz se sintieron fuertes. "Llegamos a estos Juegos habiendo ganado muchas regatas y sabiendo que podíamos vencer", dijo el patrón. "Para ganar hay que saber ganar".

Y tocaba, y más sabiendo que quizá ha sido la última oportunidad. Puede que en Londres 2012 su clase ya no sea olímpica. Si es así, será su adiós a los Juegos, porque no encajan en ninguna otra modalidad doble. Habrá otros caminos, como los de la vuelta al mundo, en la que participará ahora Echávarri a bordo de una de las dos embarcaciones españolas. Y luego, ya se verá.

De momento, a descansar y a celebrar la victoria y la boda de Paz cuando llegue a España. Y revisar su triunfo, saborearlo. Lo bueno: "Hemos sido muy consistentes". Y lo malo: "El lunes