Lágrimas en los ojos acompañaron el adiós en Pekín del taekwondista Juan Antonio Ramos, campeón del mundo de la categoría de menos de 58 kilos. Lágrimas de dolor y de rabia.

De dolor porque combatió por la medalla de bronce con un mano dislocada y con los ligamentos cruzados de la rodilla izquierda dañados. Y, de rabia, porque la de ayer era seguramente la última oportunidad que tendrá en su carrera de saborear la gloria olímpica, y acabó por escapársele entre los dedos en un combate frente a un competidor afgano, Rohullah Nikpai, que lo envió a la lona, aprovechándose de su superioridad física.

Dicen que en las derrotas no hay historia, pero detrás de la de este deportista de Barcelona, que el 18 de agosto cumplió 32 años, hay sacrificio a paladas. En apenas un margen de media hora, Ramos pasó de favorito del torneo a engrosar la lista de los perdedores que nadie recordará. "He luchado por colarme en la final y de estar en oro o plata a quedarme sin nada", se lamentó a lágrima viva.

En la semifinal todo se decidió por la muerte súbita tras empatar su combate con el dominicano Yulis Gabriel Mercedes. Instantes después, ya estaba metido en otro combate, después de que le hubieran recolocado la muñeca dislocada.

"Me voy, lo dejo. Llevo 16 años dedicándome a esto y también hay que saber cuándo hay que decir basta", admitió desolado Ramos, que soñaba con redondear su palmarés. "Este quinto puesto no me sirve de nada. Es una mierda. Nadie se acuerda del quinto. La gente solo recuerda al que logra las medallas".

Ramos ni siquiera habría estado ayer en Pekín de no ser por su novia, la taekwondista Brigitte Yagüe, también campeona del mundo, con quien comparte apartamento y entrenamientos en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, donde vive como residente desde 1992. Ella fue quien le convenció para que no abandonara después de su cuarto puesto en Atenas.

Juntos emprendieron el camino hacia los Juegos, del que Brigitte acabó cayéndose por culpa de una lesión en la mano, que le impidió entrar en la fase de clasificación olímpica. Así es de injusto este deporte. No sirvió de nada la gestión del COE para conseguirle una invitación. "Le quería dedicar la medalla", dijo Ramos refiriéndose a su compañera que le siguió desde la grada. ¿Su futuro? "Ya veremos. Ahora solo pienso en irme de vacaciones con Brigitte. Después de tantos años de sacrificio, lo único que quiero es desconectar".