Hace unos cuantos siglos, a los 50 años ya te habías muerto o, en caso contrario, estabas para el arrastre. Ahora se pueden cumplir los 50 -o superarlos: véase a Tom Cruise- y seguir interpretando papeles de héroe en películas de acción. Daniel Craig, al que le cayó el medio siglo de vida el viernes, puede seguir siendo James Bond una década más (si le apetece, cosa que no está muy clara). Si eres mujer, las cosas ya no son tan sencillas: no sé si a Angeline Jolie le hubiese gustado volver a interpretar a Lara Croft, pero los productores han preferido ofrecerle el papel a la juvenil Alicia Vikander.

Las cosas funcionan así en Hollywood: algunos hombres pueden hacer de galán hasta los 70 y pico, pero hay cierta tendencia a deshacerse de las mujeres en un punto indeterminado entre los 40 y los 50: pueden contarse con los dedos de una mano las que siguen en el candelero superada esa edad (Meryl Streep es la primera que nos viene a todos a la cabeza, y luego dejamos pasar un buen rato hasta dar con otro nombre).

Cara hinchada

En cualquier caso, un montón de celebrities de ambos sexos cumplen los 50 en el 2018 y, aparentemente, no hay nada de qué preocuparse. ¿O sí? La reciente aparición del citado Daniel Craig en la gala de los BAFTA (premios de la industria cinematográfica británica) ha hecho saltar las alarmas en la redacción de The Daily Mail y demás órganos oficiales del periodismo basuril, pues al bueno de Daniel se le vio con la cara hinchada y con una consistencia como de plástico, como si se hubiese hecho algo extraño en la jeta que, además, no hubiese salido muy bien. Eliminemos, pues, al señor Craig de la lista de cincuentones impecables, de esos que siempre llevan a algún optimista a decir cosas como «Los cincuenta son los nuevos treinta», «Los sesenta son los nuevos cuarenta» y demás inexactitudes gratas de escuchar por los que tenemos esas edades.

En mejor estado que Craig, contamos con Will Smith o Hugh Jackman, que están hechos sendos potros y pueden llegar a rodar tranquilamente Dos policías rebeldes 24 y Lobezno 32, respectivamente (aunque al australiano no le acaban de dejar vivir tranquilo ciertas células cancerígenas que tiene en la nariz). Entre el producto nacional, tenemos dos nuevos cincuentones que no lo parecen: Santi Millán y Alberto San Juan. El segundo ha tenido el detalle de encanecer un poco, pero el otro sigue exactamente igual que siempre; tal vez porque empezó muy pronto a disfrazarse de joven -de hecho, cuando era joven- y sigue en ello (yo diría que la mata de pelo desplomada sobre la frente y rozando las cejas es fundamental para dar sensación de juventud, pero no le funciona a todo el mundo: véase el caso del fugado Puigdemont).

Volvamos a Hollywood tras un cambio de sexo. No se asusten, no hablo de mí, sino de las mujeres a las que este año les caen los 50 y corren el riesgo de ser arrojadas al contenedor más cercano. Pienso en Ashley Judd o Patricia Arquette, de las que no se puede decir que las cosas les estén yendo tan bien como hace dos décadas. La maldición machista de la edad se cierne sobre ambas, pese a su indudable talento, y cada vez cuesta más encontrarles en papeles protagonistas (puede que la televisión salga en su ayuda, como le sucedió hace unos años a Glenn Close con la magnífica serie Daños y prejuicios (Damages), que le ofreció el papel de su vida, el de la retorcida abogada Patti Hewes). También Naomi Watts cumple los 50 en el 2018 y, de momento, no se puede quejar (dejando aparte el doloroso divorcio de Leiv Schreiber, otro al que la tele ha llevado a lo más alto con la serie Ray Donovan, que es una joya en la que también brilla Jon Voight, en el que a mí me parece el mejor papel de su vida).

Insufrible y banal

Pero como no todo es cine en este mundo, ¿qué famosos de la música cumplen este año el medio siglo? Aquí la maldición sobre las mujeres no alcanza las cotas de Hollywood, como demuestra la incombustible Madonna (y hasta no hace mucho, la gran Tina Turner). Céline Dion y Kylie Minogue son dos de las nuevas cincuentonas, pero la primera sigue pareciéndome tan insufrible como cuando cantó el tema de Titanic y la segunda siempre se me ha antojado de una banalidad deprimente (aunque algún dueto con Nick Cave y su participación en la hipnótica película de Léos Carax Holy motors permitan poner en duda, esporádicamente, su entrega permanente al chunda-chunda discotequero que la caracteriza).

También la italiana Sabrina cumple los 50, pero me temo que de esta solo nos acordamos quienes la descubrimos en la TVE de los ochenta cantando Boys, Boys, Boys, pues su aparición fue de campanillas, gracias a sus pechos bamboleantes que amenazaban constantemente con salirse del corpiño mientras la muchacha bailaba cual endemoniada. Poco antes de morir, la revista Interviú sacó a Sabrina en sus páginas, pero todas las fotos eran de su época sicalíptica, así que no tengo la menor idea del aspecto que tiene en la actualidad: lo mismo puede estar estupenda que hecha un tonel (dada la falta de imágenes actuales en Interviú, me inclino por la segunda opción).

Por lo que respecta a Alejandro Sanz y Marc Anthony, que también se estrenan como cincuentones, da la impresión de que pueden seguir con lo suyo hasta el día del juicio final. Sé que yo seguiré sin distinguir una canción de Alejandro Sanz de otra, pero eso me pasa con mucha gente y debe ser culpa mía, pues si no, no venderían lo que venden. A Marc Anthony siempre le agradeceré tres cosas: su participación en la injustamente vilipendiada opereta de Paul Simon The capeman, el biopic del gran Héctor Lavoe que protagonizó (pasemos por alto que Anthony esté en las antípodas musicales del difunto Lavoe) y el videoclip de la canción Rain over me, su espléndido dueto con el inefable Armando Pérez, en arte Pitbull, uno de mis mayores placeres culpables del mundo pop. Y recuerden: «Los cincuenta son los nuevos treinta». Repítanlo hasta que se lo crean.

0

5