Hubo un tiempo en que el concepto independiente quería decir «reservado a unos pocos». Luego llegó Hora de aventuras. Y Clarence. Y Gumball. Y Bob Esponja, también. Y esas historias locas en las que la trama estaba supeditada a una imaginación desbordada y a un dibujo alucinógeno se normalizaron.

En Safari Honeymoon (DeHavilland ediciones), un cómic independiente de una nueva generación de autores, un matrimonio burgués celebra su luna de miel en una selva venenosa acechado por patéticas criaturas.

El autor de esta historia de amor, locura y bichos que se arrastran es el canadiense Jesse Jacobs, (Moncton, New Brunswick), un artista curtido precisamente en la serie de animación Hora de aventuras y autor de cómics como Even the Giants y Por sus obras le conoceréis, este último publicado por DeHavilland, casa responsable del volumen que nos ocupa.

En esta obra, como en las series arriba mencionadas, el mensaje, la historia, es lo de menos.

Lo realmente importante es el apabullante catálogo inventado de alimañas llenas de patas, antenas y ojos. El protagonista es la selva, irreal y manierista, trazada con una geometría imposible.

Algunas páginas, todas ellas coloreadas con un único color, el verde, son un inventario de seres imposibles que emulan los antiguos manuscritos de botánica y zoología.

George Perec (El secuestro, W, La vida, instrucciones de uso) recurría en sus novelas a los listados. Retahílas de objetos que, a su juicio, definían mejor que cualquier otra cosa el conjunto. Safari Honeymon es un catálogo de alimañas fantásticas.

Pero este tebeo no es solo un ejercicio de (buena) frivolidad. Contiene una parábola sobre el colonialismo y la impúdica conquista del mundo por el hombre blanco. La caza cruel e irracional es la metáfora del profundo desprecio que occidente ha sentido históricamente por el otro en sus conquistas.

La pareja de enamorados y su enloquecido guía se enfrentan a la naturaleza a tiros mientras desayunan tostadas de confitura de ruibarbo y ciruelas con queso Stilton. Como en El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, la selva acaba sacando lo peor del ser humano. Y es que todo viaje tiene como destino el interior del alma humana.

Los cómics de DeHavilland pretenden ser raros. Y vaya si lo consiguen. Su colección La mansión en llamas ofrece obras de autores como Cristian Robles (Mameshiba, que narra las aventuras de una alubia rapera, e Ikea Dream Makers, un viaje fantástico al interior de la internacional sueca), Lorenzo Montatore (La muerte y Román Tesoro, una fábula existencialista llena de referencias alocadas como Francisco Umbral, Super Mario Bros, La Codorniz o el cante jondo), o Michael DeForge (su multipremiada Lose es un desfile de obsesiones sobre el cuerpo y sus funciones). Quizá una de sus obras más chocantes es Medieval Rangers, de Roberto Massó: las aventuras de los Power Rangers recreadas en un manuscrito medieval.

Además de la colección Heredera, que reproduce creaciones de autoras plásticas en pósters desplegables, DeHavilland es responsable del fanzine Clift, una revista que incluye ensayos, relatos, ilustración, cómic y collage alrededor de temas tan variados como las cuevas, los excrementos o la serie Alf, el extraterrestre.

Leer este tebeo produce una cierta incomodidad, como cuando descubrimos una araña en la ducha. La presencia de la fealdad y lo grotesco buscan convertir la lectura de Safari Honeymoon en una experiencia fastidiosa y placentera a la vez. Pero, ¿qué sería de nuestra vida sin un poco de aventura?