La tragedia estaba fresca y la voz de Nina Simone sonó afligida pero serena en una de las grabaciones de su vida. «No era un hombre violento / Decidme, amigos, si podéis, / ¿por qué entonces le dispararon el otro día?», cantó desconsolada, con el alma tensa pero lejos de la pirotecnia vocal con que las modernas divas del soul y el r’n’b nos han acostumbrado en los últimos tiempos. Es lo que tiene cantar no solo con honestidad sino reflejando un dolor real, no fingido, como el que emanaba de Why? (The king of love is dead), la primerísima de las canciones alentadas por la muerte de Martin Luther King, una lista que sigue ampliándose en nuestros días.

Tres días después Nina Simone estrenó Why en su concierto en la Westbury Music Fair, Nueva York, el 7 de abril de 1968, es decir, tres días después de que el reverendo fuera asesinado. La escribió bajo el efecto de la noticia su bajista, Gene Taylor, que se acogió a una tenue cadencia de blues para desplegar unos versos muy sencillos, alrededor del proyecto de vida de King y de su bondad. La cantante y la banda la aprendieron el mismo día de la actuación y quedó inmortalizada en el álbum en directo Nuff said!, dedicado todo él a la memoria de este icono de los derechos civiles.

Los homenajes y guiños han salpicado desde entonces la discografía de la música popular, en particular en Estados Unidos. Tan solo dos meses después, una figura en apariencia alejada, Elvis Presley, grabó If I can dream, canción de Walter Earl Brown que honró a King y al sueño que un día enarboló en su discurso más famoso. Se cuenta que Elvis, que vivía en Menfis, donde tuvo lugar el asesinato, quedó desolado por la tragedia y que rompió a llorar viendo la transmisión del funeral por televisión. Los músicos que le arroparon en la grabación le recuerdan cantándola con honda emoción y arrodillándose dramáticamente en el mismo estudio en su momento de clímax.

Los gestos hacia Martin Luther King pueden tener un carácter sentimental o decantarse por la reivindicación más cruda. O abrir camino con atrevidos aires de fiesta: ahí está ese jovial Happy birthday (1980), con el que Stevie Wonder se sumó a la campaña para convertir el aniversario del activista en fiesta nacional, objetivo que se consumaría seis años después. Y a veces, el homenaje es entre líneas: en One vision, de Queen, Freddie Mercury aludía a «un hombre, un objetivo, una misión» y se preguntaba «mira qué han hecho con mi sueño», frases que, según señalaría el batería del grupo, Roger Taylor, se referían a Martin Luther King.

A este lado del Atlántico, en Irlanda, U2 le evocó por partida doble en The unforgettable fire (1984), el disco con el que inició su conquista del mercado norteamericano. Ahí estaban la explícita MLK, mezcla de nana y canto espiritual, y la célebre Pride (In the name of love), que concluía con el recuerdo de su asesinato deslizando un error: Bono sitúa el disparo «temprano por la mañana del cuatro de abril» cuando el hecho tuvo lugar a las seis de la tarde.

Si U2 ponía el foco en el amor, Rage Against the Machine adoptó un tono más furioso en Wake up (1992), donde apuntaba que a Martin Luther King lo quitaron de en medio porque «habló de Vietnam» y «devolvió el poder a los pobres». Y el grupo metalero Linkin Park, con la líricamente abrasiva Wisdom, justice and love (2010). Entre los fans del reverendo tenemos raperos como Public Enemy (By the time I get to Arizona) o Common (el dueto con will.I.am de I have a dream), y, claro, muchos cantautores: Kris Kristofferson (They killed him), Jackson Browne (Off of wonderland) o Ben Harper (Like a king).

Más sorprendente quizá sea lo de Michael Jackson, tan mainstream él, pero alzando la voz en They don’t care about us (1996), canción llena de alusiones a las desigualdades y a la discriminación racial.

«¿Qué ocurrirá ahora que el rey del amor ha muerto?», se preguntaba Nina Simone al término de dolida letanía de Why? (The king of love is dead). Pero su estela continúa bien viva, inspirando hoy mismo a los trovadores del futuro.