Dakota Fanning era actriz mucho antes de perder los dientes de leche. Y a los 8 años, con su trabajo en Yo soy Sam, se convirtió en la intérprete más joven jamás nominada a un premio del Sindicato de Actores. Si en aquella película miraba cara a cara (y superaba en capacidad emotiva) al mismísimo Sean Penn, poco después se codeó con Denzel Washington (El fuego de la venganza) y Tom Cruise (La guerra de los mundos). Ya había hecho todo en Hollywood recién llegada a una edad de dos dígitos.

Si hay algo que guste más que una historia de niña (casi bebé) de familia baptista de Georgia convertida en estrella de la noche a la mañana, es otra historia de niña prodigio descarrilando a lo grande. Dakota no dio ese gusto a la prensa amarilla. Su salto a la adolescencia fue orgánico, natural. Llegaron las producciones young adult (la vimos en tres entregas de la saga Crepúsculo), un biopic de la banda rock adolescente The Runaways (ella era la cantante Cherie Currie)… Y no llegaron las broncas en público, ni los accidentes de tráfico bajo la influencia del alcohol o las drogas.

Con ella no llegó el escándalo, para trauma de muchos. Explicaba Fanning recientemente en The Times: «A medida que me he hecho mayor y he entendido mejor cómo funcionan las cosas, he visto que la gente quería que sucediese. Lo que me parece bastante retorcido».

«Diferente» a su hermana

Tampoco se conocen grandes enganchadas entre Dakota y su hermana pequeña (cuatro años menos) Elle (en la foto silueteada de la izquierda), musa reciente de Sofia Coppola y prota de The neon demon. Y eso que, según Dakota, las dos son muy diferentes: su hermana es un joven espíritu indomable, mientras que ella siempre ha sido más tranquila, más observadora. «Ella [Elle] cree que me estoy convirtiendo en nuestra madre, lo que supongo que debe pasar un poco a todo el mundo, no lo sé», explicaba Dakota hace poco en la revista Marie Claire.

Alguna vez han tenido conversaciones por el mismo papel. Para ellas no hay problema. Y tampoco tendrían problema para salir juntas en el mismo filme. Al contrario. Dakota dijo en el programa británico The one show que tienen ganas de compartir proyecto: «Pero no queremos hacer de hermanas como sería de esperar, sino algo diferente».

Sin miedo a la oscuridad, Dakota ha sido últimamente terrorista en Pastoral americana, matrona muda en el crudo wéstern bíblico Brimstone… Y se lanza a la búsqueda de un asesino en serie en El alienista, producción de TNT que ha logrado un notable éxito en EEUU y aquí estrena Netflix el jueves. Basada en un best-seller de Caleb Carr, presenta a Fanning como Sara Howard, una secretaria que, a finales del siglo XIX, aspira a ser primera mujer policía de Nueva York. El personaje se alía con un reportero (Luke Evans) y el alienista (o psicólogo criminal) del título (Daniel Brühl) para resolver una serie de asesinatos de jóvenes prostitutos. Lo dicho: sin miedo a la oscuridad.

Feliz en Budapest

En contraste con lo vivido en la pantalla, su tiempo en Budapest, donde rodó la serie durante siete meses, fue de lo más feliz. Hizo muy buenas migas con la gente del lugar y los miembros del equipo, en particular Henry Frye, su espigada pareja actual.

Este mismo año, ha debutado como directora con un leve y volátil corto romántico para Miu Miu, Hello apartment, escrito por la guionista de Los papeles del Pentágono. Y será no solo protagonista, sino también productora de La campana de cristal, adaptación de la (única) novela de Sylvia Plath a cargo de Kirsten Dunst. Su tren, definitivamente, no descarrila.