-La semana pasada entrevistábamos a Álvaro Urquijo, cantante del grupo Los Secretos, que le lanza la siguiente pregunta: «¿Todas esas ropas tan excéntricas que lucen las modelos las viste alguien en algún lugar del planeta?»

-Esas ropas son una puesta en escena para llamar la atención, igual que yo tengo cuadros que sé que a lo mejor no se van a poder vender, pero llaman mucho la atención. Es una forma de captar a la prensa aunque luego lo que se vende sobre todo de un diseñador, que nadie sabe, es la perfumería y la cosmética, porque la alta costura está hecha a medida y puede haber en el mundo cien señoras que compran alta costura, y desde luego no compran lo que se ve en pasarela.

-Usted es, ante todo, un hombre polifacético. Se ha dedicado al mundo de la moda ¿Cómo ve hoy el sector?

-Hay una creatividad maravillosa; cierto es que en todos los sectores, sea moda, pintura, todo lo que sea arte, casi todo está inventado, y en el toreo igual. Se está tirando de otras épocas; ahora se vuelven a llevar las hombreras, lo taurino en pasarela está muy de moda, cosa que es de agradecer porque el mundo del toro está pasando un momento complicado. Pero hay mucha creatividad en muchos campos del arte.

-Hoy los cánones de la moda se enfrentan a las tallas, la bestia negra de los cuerpos mal llamados imperfectos...

-Sí. Las tallas son cosas que los diseñadores controlan por un tema muy simple, que yo no estoy de acuerdo: por la fotografía y los medios de comunicación. Cualquier foto o imagen televisiva engorda ocho kilos al protagonista. Es verdad que esas mujeres no existen y es verdad que hay niñas que genéticamente son así, pero hay otras que sufren muchísimo para tener ese tallaje. No hay necesidad de tener la talla 34 midiendo 1,80, es que es casi imposible.

-Siguiendo con este sector, ¿cree que hay desarrollar alianzas con diseñadoras, modelos, publicistas y periodistas que pongan freno a las prácticas discriminatorias en esta industria?

-Eso no va a pasar nunca, tiene que cambiar mucho la cosa. Es más, a partir de la 40 ya pasan a ser modelos de talla grande, cuando la 40 en una niña de 1,77 es una talla muy normal; pero es como igualar al hombre y la mujer, va a estar muy difícil siempre, desgraciadamente.

-¿Qué es ser de familia bien?

-¿Familia bien? ¡Qué pregunta más graciosa! Ser de familia bien para mí es ser educado, humilde y tratar igual a un barrendero que al Rey.

-¿Puede recordar su infancia, el barrio donde nació y en el que vivió?

-Mi infancia fue muy bonita; éramos muchos primos y pasábamos bastante tiempo entre la avenida de Europa y el campo, jugando, cosa que ahora no se hace; llenándonos de barro hasta los ojos y sabiendo cómo eran los animales, conociendo todo. Era una infancia que no hay ahora, que existe una excesiva predisposición a las tecnologías que no me parece absolutamente nada bien, porque la tecnología nos permite avanzar, pero también es un arma de doble filo. Ver niños que están en los recreos con el móvil me parece aberrante.

-Ahora cuida de su padre. ¿Qué es el alzhéimer?

-El alzhéimer es una enfermedad por la que mi padre ha ido perdiendo la memoria, pero en este caso no se pierde el cariño. Estoy convencido de que mi padre hasta el día que se vaya nos va a reconocer, ya sea por el olor o por las cosas de las que le hablamos. Siempre digo que tengo en casa un niño de 4 años, con los mismos mimos. Es un personaje tremendo, cuando no le gusta una comida te lo dice con muecas; es adorable.

-¿A qué ha tenido que renunciar por el cuidado de sus padres?

-A todo. A muchísimas cosas, a de momento no salir del nido, no podernos ir a vivir fuera de casa. Es que son 24 horas prácticamente, pero yo encantado. Es una sensación muy rara, de pasar de ser hijo a ser padre de una niña y un niño, en este caso mi padre y mi madre.

-¿Cómo le ha ido en el amor?

-Regular. Por no decirle: ¿eso qué es? Regular tirando a mal.

-¿Qué es ser diferente?

-Para mí es como si fueras alto, bajo, rubio, castaño, moreno, gordo o flaco. No tiene ninguna historia más. Nunca he sentido bullying, nunca me he sentido señalado y no he tenido absolutamente ningún problema en ser diferente.

-Escuché el otro día a Javier Bardem decir que cuando uno cumple los 50 ya es viejo, de modo que a partir de los 50 llega ese momento de la vida en el que todo te resbala, especialmente lo que los demás opinen de ti. ¿Comparte esa máxima?

-Es que eso me ha pasado a mí desde que tenía 18 años, porque siempre he hecho lo que me ha dado la gana respetando mucho mi casa, muchísimo, y no he hecho daño a nadie. Recuerdo mi primera exposición en Bilbao, yo llevaba trenza y exponía con Puente, que es otro gran pintor, en presencia de Palomo Linares. Y cuando veían mi obra preguntaban: ‘¿Quién es el pintor?’ Yo tendría 20 años y decían: ‘El de la trenza’. Y no cuadraban que pintara una cosa tan seria. A mí me hacía muchísima gracia.

-¿Qué es, a su juicio, envejecer con dignidad?

-Ah, es que yo no quiero envejecer con dignidad, yo quiero envejecer ideal. Con dignidad es saber qué retoque te tienes que hacer para que no llames la atención y tener una mente y una actitud que no vayan con tu edad, evidentemente, pero yo tengo muchos achaques, y además me quejo mucho (es imposible evitar una sonrisa al escucharlo).

-Usted es pintor, ¿qué le ha aportado esta afición?

-Se ha convertido en un modus vivendi, en un trabajo. No es lo mismo pintar por afición que profesionalmente. Por afición tiene que ser un placer, pero profesionalmente hay unas sombras que nadie conoce, lo de menos es pintar. Siempre he dicho que lo peor cuando haces una exposición es el antes, el durante y el después. Me quité un tiempo de esto porque no soportaba estar en un hotel 15 días solo para vender; aparte no sé vender, ese es el problema; solo disfruto en mi estudio pintando, lo demás, todo lo que conlleva exponer, no significa para mí un disfrute.

-Pinta en grises y en blanco y negro. ¿Qué hay de autobiográfico en esa falta de colores?

-No lo sé. Es blanco y negro en todas las tonalidades. Sé que pinto así y sé cómo surgió aquello: estaba preparando una exposición en Salamanca en casa del maestro Julio Robles, ya fallecido, y entonces él me ayudó, apadrinó esa muestra. Un día tuve que ir a comprar los óleos y me acompañó. Él no tenía paciencia, era una persona que no se sentaba ni para comer. Cuando entré a la tienda empezaron a enseñarme colores; yo tendría, creo, 19 años, y él con el coche en doble fila esperándome. Siempre he sido tan prudente que me daba un apuro... Y ya le dije a la señora: «Deme usted un montón de óleos blancos y un montón de óleos negros y yo ya me arreglo». Y así empezó todo.

-Y en esa afición por la pintura, usted pinta a toreros, a toros y a caballos. ¿Somos el país del olé?

-Siiiiii, siiiii... Y va a pasar muchísimo tiempo siendo así. Nos reconocen por el toro, el flamenco y ya no voy a decir la paella porque es tópico, pero también, porque se come divinamente. Y digo otra cosa, es que no hay que rasgarse las vestiduras, es que Madonna es la primera que se pone una chaquetilla de luces, Beyoncé... todas las grandes estrellas se han vestido con el traje de torero, que creo que es el diseño más espectacular que hay sobre la faz de la tierra. Te puede gustar más o menos, y lo entiendo y no entro en un debate porque hay cosas del toro que no me gustan. No respeto el Toro de la Vega, no me inspira arte ni para pintar ni para escribir sobre él. Hay a quien le puede gustar mucho el ambiente taurino y llevar el tema de lo que le pasa al toro en la plaza de otra manera; pero que es una cosa única y nuestra, eso está clarísimo, como la copla y el flamenco. En América están los rodeos y lo que cantaba mi amiga Dolly Parton, el country; es lo mismo.

-El periodista Chapu Apaolaza, portavoz de la Fundación Toro de Lidia, dice que los que prohíben los toros son los que decían que los homosexuales no podían ir de la mano...

-La palabra prohibir es tremenda. Y es tremendo prohibir que dos señores vayan de la mano.

-¿Cargamos sobre la tauromaquia lo que nos disgusta de España?

-Siempre. Es como un saco de boxeo, todos los puñetazos van al mismo sitio, sin pensar que hay mil cosas que son igual o peor que la tauromaquia.

-Pero hubo un tiempo en que la clase culta de este país apoyó a los toros, ¿qué ha pasado para que todo esto cambie?

-A los toros ha ido toda clase de personas. Puedo hacer un listado de personas que han pintado y han escrito sobre los toros, incluido Vargas Llosa. Y creo que se sigue hablando y pintando y escribiendo sobre el toro. Eso no ha cambiado. Lo que sí es verdad es que hay más información y más difusión. Antes teníamos una cadena de televisión y ahora entre redes sociales y televisiones la gente puede expresarse más, con mayor o menor fortuna, pero se expresa. He leído cosas coherentes y cosas bastante incoherentes, de gente que defiende a los animales, y se pone en cueros y come carne de cerdo; y al cerdo y a la ternera los tienen que matar, no mueren cuando ellos quieren; pero ese es un debate en el que nunca todos vamos a estar de acuerdo.

-Goya, Picasso, Carlos Ruano Llopis, Luis Calderón o Mariano Benlliure en las disciplinas de pintura y escultura dejaron grandes obras de la tauromaquia para la historia de la humanidad que anualmente son visitadas en museos por decenas de personas... ¿Qué aporta esta forma de entender el arte?

-Es un tema maravilloso y muy bello para trasladar a un cuadro, y además en mi caso está lleno de luces. Es un tema recurrente que embellece y que es muy rico desde el punto de vista de la creación. Tanto los pintores que usted ha reseñado como los escritores, pintores o escultores.

-¿De los toros se come?

-Vender arte es muy difícil y en una disciplina como la mía, aún habiéndome renovado, también es muy difícil. Sé que llega a un sector un poco corto pero también es cierto que trabajo mucho y que veo muchas aberraciones modernas, que a mí me encanta el arte contemporáneo, me apasiona, pero también veo que hay mucho sinvergüenza en arte contemporáneo; si no, mire en ARCO las cosas que se ven.

-¿Qué grandes toreros ha dado la historia?

-Cada 100 años sale uno. Ha habido muchos mitos, desde Rafael El Gallo, Juan Belmonte, Antonio Ordóñez, y ahora en esta época hay grandes figuras del toreo, respetadísimas, como José Tomás; dentro de otros 100 años habrá otro.

-¿Y de los que ha conocido, cuál es el que más le ha cautivado?

-Mis padrinos fueron El Niño de la Capea y Julio Robles, pero con Robles conviví en toda la preparación de ferias tan importantes como San Isidro. Ellos me ayudaron a exponer y convocaron, fueron mis padrinos de pintor torero, pero sin torear (risas).

-¿Usted tiene sentido del humor?

-‘Oi’, eso es lo que me salva a mí de todo, ese es el talento (con perdón que me lo diga yo) que más gracias a Dios le doy todos los días. Yo me río de mi sombra y luego de todo lo demás.

-¿Y hablando de sentido del humor, qué son las galletas de coco?

-Lo más grande que ha parido madre, me vuelven loco, y además cuando se me va la cabeza me compro ‘pa’ alicatar un cuarto de baño, una bolsa de dos o tres kilos y no veo el ‘sentío’. Me encantan desde chico. Pero las de verdad, gordas, ‘mu’ anchas. Pero es que me gustan las galletas de coco, el pan con chocolate, las perrunillas, los bollos de chicharrón. ‘Oi’ por Dios, vas a comparar eso con una bollería industrial que te entran unos ardores como una pava ‘jarta’ de trigo.

-Defina los donuts...

-Los donuts son mi vida entera. Y cuanto más de tahona y más ‘chochúos’, que no sean los oficiales, más me gustan. En el colegio empezaron esos donuts. Nunca llevábamos merienda al colegio porque estábamos a dieta y yo veía a mis compañeros con unos donuts enormes y, ay, qué pena más grande no poderme comer yo esos donuts: me encantan, es que me gusta todo.

-Cerveza, ¿qué le sugiere?

-Coger un puntazo. No sé por qué, pero soy como un Gremlin, me tomo una cerveza a mediodía y me pueden dar las nueve de la mañana. Tú me mojas a mí y ya me vuelvo loco, ya pierdo la noción, y va otra, y otra, y otra... que no tengo nunca la mano caliente, siempre la tengo fría, me la bebo sin sentir.

-¿Y para terminar, cree que hay dos mundos, el de la red y el real, o son ambos en uno?

-Uy, en la red se maquillan un poquito las cosas, pero es que todo es lo mismo. Los estados de ánimo, las ansiedades, las alegrías que se comparten... son dos mundos en uno.