-La semana pasada ocupaba esta tribuna la cantante Pasión Vega. A propósito de la designación de usted como miembro del jurado de los Premios Ortega y Gasset de Periodismo le pregunta cómo ve la profesión periódistica...

-En general siempre me encuentro con gente que hace muy bien su trabajo y que respeta, pero también es verdad que ahora prima mucho el sensacionalismo, el amarillismo y el morbo. Y es cierto que con los titulares alguna vez me he llevado una sorpresa y he pensado: «pero si esto es lo contrario a lo que yo he dicho». Es buscar el clic rápido, aunque en general tengo que hablar bien del periodismo.

-El viernes pasó por el Gran Teatro de Cáceres con lleno hasta la bandera. Fue un concierto mágico, con niños que subieron al escenario y hasta un cumpleaños feliz que toda la sala coreó a una chica del público. Presentó su nuevo disco, ‘Cuando el río suena’. En este álbum cuenta su historia personal, la de su tierra y la de su propia familia para hablar de sus fantasmas y sus convicciones sociales y políticas...

-Fue un concierto inolvidable (risas). Cáceres ya está en mi corazón. Es la segunda vez que venimos y siempre hemos llenado. Respecto al disco, es un pequeño homenaje a mi abuela, a mis padres. Hay tres historias que narran situaciones que vivieron ellos y que de alguna manera forman parte de la historia de este país. El resto son vivencias mías, hay un poquito de todo. Pero sí es verdad que las canciones de mi familia han dado mucho de qué hablar. Hay una historia que está centrada en mi tío abuelo, hermano de mi abuela, que es un desaparecido de la Guerra Civil Española; también abordo otra historia de acogida por parte de mi abuela en un momento complicado en España, y está la historia de mis padres, mi padre fue sacerdote durante 10 años hasta que se enamoró de mi madre.

-Uno de los temas es ‘La puerta violeta’, que tiene que ver con el feminismo. ¿Cree que la huelga feminista celebrada en España servirá para que cambien las cosas en un país donde, por cierto, las trabajadoras del hogar, por ejemplo, no tienen derecho al cobro del paro en caso de desempleo y donde la brecha salarial entre hombres y mujeres sigue siendo un despropósito?

-Creo que ya no solo el 8 de marzo, aunque sea un día muy importante donde se dejaron claras muchas cosas de la intención de la gente, sino que va siendo hora de quitarse la venda, de que por fin nos estamos dando cuenta de que es importante posicionarse, de lo que realmente significa el feminismo, que siempre ha habido mucho conflicto con ese tema, que nada tiene que ver con el ‘hombrismo’, se quiere al hombre y se ama al hombre. Me parece que la búsqueda de la igualdad es de Primero de Humanidad, independientemente del sexo, de la raza, de la edad, de lo que sea. Es que es algo tan lógico que lo que no entiendo es que haya gente que no se considere feminista.

-Más de 80 años después de que se produjera el golpe de los militares rebeldes contra la República en 1936, la Guerra Civil que vino luego sigue pesando sobre la España que conquistó la democracia hace 40 años. ¿Cómo es posible que la guerra siga aquí?

-Pues mire, si sigue la guerra aquí, a mí me parece que es por falta de información, porque soy del año 86 y mira que he tenido buenos maestros, pero para mí que no han dedicado en los colegios y en los institutos el tiempo que deberían a explicarnos realmente qué pasó. La falta de información hace que seamos incultos y que todo se vuelva a repetir, que nos radicalicemos, sin tener ni idea de lo que se ha sufrido en este país hace muy poco tiempo y que afectó a nuestros abuelos y a nuestros padres. Hay muchos temas tabús en España y cuando tú no hablas de cosas que duelen es cuando se estancan, se pudren. Se necesita hablar de esto para que no se vuelvan a repetir muchas cosas.

-Esta pregunta viene al hilo de la Memoria Histórica, un tema que aborda en su nuevo disco, narrando el caso personal de tu tío abuelo Justo. ¿Puede recordarlo?

-Quería contar la historia de dolor que había en mi casa, lo que ha significado para nosotros, y sobre todo para mi abuela, que es la única que queda viva de todo ese drama. Cuando su hermano se fue a la guerra con 18 años, que dice que ni siquiera tenía barba, que era un niño, fue el único que no regresó al pueblo. Que a raíz de la canción se haya encontrado la fosa común me ha hecho entender todo eso que estudié en Psicología sobre las fases del duelo y lo que ocurre ante los desaparecidos. Entonces tampoco entiendo muy bien por qué tampoco se habla de eso, por qué hay tantos desaparecidos en España y se habla mucho más de esto fuera del país que dentro. Además, sin hablar ya de un bando o de otro, que también se tendría que hablar, estamos abordando un tema que es humano, el encontrar cuerpos, el guardar una memoria por la gente. No me creo que cuando nos muramos haya alguien que no quiera ser recordado y más si ha sido en esas circunstancias. Me parece un respeto. Si no sabemos de dónde venimos y la carga genética que tenemos de nuestros ancestros, nuestros fantasmas los tenemos en los hombros, porque si no los tenemos en cuenta, si no sabemos de dónde venimos, no podemos avanzar.

-Su abuela marcó su vida. A los niños les damos la tablet para que no molesten, a los abuelos los metemos en una residencia para que tampoco nos molesten. ¿Deberíamos tener más en cuenta a los mayores?

-Totalmente. Y encima nuestros mayores nos llevan tanta ventaja... nos pueden ayudar en todo porque cada persona somos al final la misma cosa, y no los tenemos en cuenta. Cuando me siento delante de mi abuela todo lo que recibo es enseñanza pura, es sabiduría absoluta y mis problemas de hoy en día, que quizá son menos importantes que los que tuvo ella, también los veo de otra manera.

-Pero los mayores de ahora no son los de antes. Ahora están informados y hasta salen a la calle para reclamar unas pensiones dignas...

-(Risas). Sí. Son los mismos que lucharon cuando eran jóvenes y siguen dándonos ejemplo. Lo que tenemos que hacer es unirnos a ellos y aprender, y cuando las cosas no sean justas, luchar por cambiarlas, con amor y respeto, siempre.

-ETA desaparece, pero el dolor perdura. ¿Qué significa para usted el conflicto vasco?

-Vengo de una generación que fue testigo de unas muertes horribles. Me acuerdo cuando era pequeñita de lo de Miguel Ángel Blanco... Las formas y la violencia te quitan cualquier mínima razón que tengas, y eso es algo que a todos nos ha quedado clarísimo. Lo que tampoco sabía bien era de dónde nacía ETA, y tampoco me lo habían explicado en el colegio. A través de determinadas vivencias entendí cosas que pasaron en España y en concreto en el País Vasco y que si entonces la cosa era difícil, allí aún lo era más. En el disco hay una canción que habla, bueno ni del principio de ETA porque ni siquiera existía, no había empezado a matar, y ya ha causado alguna polémica la canción porque hay gente que no lo ha interpretado bien o que yo no lo he explicado bien, yo jamás defendería a alguien que arrebata la vida a otra persona, pero supongo, y digo supongo porque no lo sé, que también hubo gente que porque protestaba ya se la relacionaba injustamente con movimientos violentos. Pero yo lo que quería resaltar de esa historia fue la acogida que tuvo mi abuela a un detenido, sin saber lo que había pasado y si era de ETA o no ETA, no sabía lo que había hecho. Cuando me fui enterando de la historia le pregunté a mi abuela: ¿Pero cómo metiste en casa a un detenido?, al que al mes dejaron libre, por cierto, porque se demostró que no había hecho nada malo.

-¿Hablamos de Miguel, no?

-Así es. En un primer momento nadie sabía nada, pero mi abuela dice que cuando abrió la puerta vio a un chaval joven, y que sintió como un puñetazo en el pecho y que le preguntó enseguida: «¿Tú tienes madre?» Y mi abuela pensó: «¿Y si esto le pasa a un hijo mío, y si en realidad no le han dado la oportunidad?» Porque antes tampoco te daban la oportunidad de hablar. Y mira, lo metió en su casa y luego la cosa salió bien, porque su intención era buena. El lema de mi abuela era: «No pienso dejar en la calle a ningún ser vivo, haya hecho lo que haya hecho, acoge sin prejuicios», y eso es lo que me fascinó de esa historia.

-¿Qué opina de la postura de solidaridad del PNV con el independentismo catalán?

-No tengo ni idea. A eso no puedo responder. La historia de Miguel quería contarla por el tema de la acogida, pero yo tengo muchísimas cosas que estudiar aún y no me mojaría en eso (risas).

-Usted ha dicho: “Antes cantaba, pero ahora, además, hablo”. Y es verdad, con este disco Rozalén es todo un descubrimiento: habla, y lo hace de forma muy clara. ¿Pero cree que ahora somos menos libres que antes para expresarnos?

-Ah, totalmente. Yo tengo mucho miedo a hablar, y mira que le he dado mil vueltas, porque en cada una de las canciones yo creo que no hay una frase que me puedas pillar, de las vueltas que le he dado, y aún así hay gente que pilla. Hay gente que le molesta que el final de ‘Girasoles’ sea con Pepe Mújica, hay gente que le da la vuelta como le da la gana, cuando yo lo que quiero decir es otra cosa. Y es verdad que estamos muy susceptibles, que el objetivo de la libertad de expresión está confundidísimo. Y no sé a dónde va a llegar esto, sinceramente; yo cuando hablo de las cosas no hablo con una verdad absoluta. A mí lo que me gusta es exponer temas y que todos nos pusiéramos en la situación para ver qué haríamos en cada momento, o qué opinamos cada uno, para dialogar en amor, no para decir: ‘esto es lo que yo pienso y esto es lo que vale’.

-Acaba de decir cómo en ‘Girasoles’ usted recuerda a Pepe Mújica, un político que dice que cuando habla se lo cree. Y lo dice en un país donde los ciudadanos confían cada vez menos en la clase política...

-Claro, precisamente por eso. Habrá mucha gente que piense que Pepe Mújica no es un santo y no esté de acuerdo con él, pero a mí lo que dice en estos momentos me lo creo. Me lo creo y también quería poner a un político, porque ahora parece que ser político es lo peor del mundo, y hay políticos buenos, claro que los hay, hay de todo, hay gente buena, y hay gente regular. Entonces, no sé: normalizar las cosas...

-Esta canción de ‘Girasoles’ llegó a ser himno en la búsqueda del malogrado niño Gabriel. ¿Qué sintió cuando este tema se escuchó a propósito de una tragedia de semejante magnitud?

-Pues tampoco quiero hablar de esto mucho, porque yo no quiero ser protagonista de algo así ni aprovecharme de esta desgracia. Lo que sí tengo claro es que las canciones son de la gente y la gente hace con ellas lo que quiere. Y con lo que me quedo es con esa madre, que en ese momento en el que estaba tanta gente pidiendo odio, lanzó un mensaje de amor, y eso es lo que me fascina de esa mujer.

-Hablando del amor, su padre era cura, se salió para casarse. ¿Por qué hay tantas trabas sociales en el amor, por qué un cura no se puede enamorar, por qué un hombre no puede enamorarse de un hombre, por qué hay que estar todo el rato comiendo margaritas cuando también hay rosas y amapolas?

-(Risas). Pues porque lo hacemos todo muy complicado cuando las cosas podríamos hacerlas mucho más fáciles, pero se ve que no, que tenemos que ponernos trabas. Mis padres, por ejemplo, son super creyentes y mi padre seguiría de sacerdote, seguro, pero se enamoró, porque es que es inevitable enamorarse y uno no sabe de quién se va a enamorar. Ellos tuvieron que tomar otras decisiones. Y no sé por qué nos lo ponemos tan difícil, a lo mejor no somos tan buena gente como yo pienso.

-¿Usted es de Albacete. Mucha gente piensa que es andaluza. Qué similitudes tienen La Mancha y Andalucía?

-Es un halago. Y creo que entre todos tenemos muchas más cosas que nos unen que las que nos separan. Mi zona ya está pegando a Jaén, pegando a Murcia. Por la manera que tenemos de hablar en la sierra del Segura somos manchegos, murcianos y andaluces. Mi madre tiene un arte que te mueres, en mi tierra hay mucho sentido del humor. Creo que a la hora de cantar yo he mamado mucha copla, prefiero hablar de todo lo que nos une, no somos tan diferentes.

-¿Por mucho que se componga, por mucho que se venda, por mucho que se vaya a ‘Pasapalabra’, cree que el directo es lo que da caché a un cantante?

-La gente me dice: «En directo es cuando tú me ganas». Y ahí es cuando más disfruto, cuando más se me pone la piel de gallina, cuando siento cosas, cuando río, lloro, la música y el arte en directo es lo que más nos hace sentir. Y me quedo con lo que digo, si no cantara en directo no sé si me dedicaría a esto.

-Usted ha compuesto para otros cantantes, para Raphael y para Amaia de OT. ¿Qué siente cuando escucha sus canciones en la voz de otros?

-Ah, es muy emocionante y es un halago total escuchar en la voz de los demás las cosas que yo he escrito. Raphael, imagínese, que para mis padres fue tan importante. Y luego Amaia, que no puede ser más de verdad esa niña. Es igual de bonito componer para mí como para los demás.

-¿Y para terminar esta entrevista, cree que la red social es una porquería, un invento de los americanos para tenernos controlados, una maravillosa herramienta o una excusa para no mirarnos a los ojos?

-(Risas). A las redes sociales tengo mucho que agradecerles. Sin ellas mi video no se hubiera hecho viral ni me hubieran llamado de la discográfica, y aunque tienen cosas que no molan pienso que son una herramienta potentísima para decir lo que queramos y en el momento que queramos. A lo mejor lo que tenemos que hacer es protegernos un poquito más, pero bueno, yo sigo quedándome con todo lo bueno que me aportan.