Un hombre cuenta mentiras. Muchas. Publica libros que las contienen y sale en televisión repitiéndolas. Aglutina a rabiosos seguidores que propagan las mentiras y, cuando se aportan pruebas de que está mintiendo, contraataca pregonando que los hechos no son hechos. Si cree saber de qué hombre estamos hablando -¿uno de pelo naranja, quizás?-, está usted equivocado.

Lo hacemos de David Irving, escritor y autoproclamado experto en la segunda guerra mundial para quien el exterminio judío a manos de los nazis nunca sucedió, y que llamaba a los supervivientes «mentirosos» y «enfermos mentales». En 1996, Irving llevó a los tribunales británicos a la académica estadounidense Deborah Lipstadt, que en su libro Denying the Holocaust: The growing assault on truth and memory lo describía como «uno de los portavoces más peligrosos del negacionismo» del Holocausto.

«Que me demandara me dejó perpleja, porque él siempre había sido muy abierto acerca de sus ideas», nos cuenta Lipstadt con emocionada vehemencia. «Era todo muy ridículo pero pensé, ‘¿cómo voy a luchar contra esto?’». Después de todo, era un caso complejo. «La ley de libelo británica da prioridad a la defensa de la reputación sobre la libertad de expresión», añade la académica. «Por tanto Irving no estaba obligado a desacreditar mis afirmaciones; al contrario, era yo quien debía probar que en efecto él era un partisano de Hitler que distorsionaba la verdad».

Largo juicio

El juicio, que se prolongó tres años, es minuciosamente recreado en Negación, el drama judicial que el viernes llegó a los cines. «Cuando conocí el caso sentí rabia», recuerda la actriz Rachel Weisz, para quien Negación es casi un proyecto personal: sus propios padres huyeron de Hitler. «Los nazis dejaron constancia escrita del genocidio. Existen documentos que detallan el funcionamiento de las cámaras de gas. Ni siquiera en los juicios de Nuremberg hubo nadie que intentara negar la evidencia».

Lo que Lipstadt se jugaba en ese proceso no era solo su integridad profesional. «Mucha gente me pidió que llegara a un acuerdo, que ir a juicio no haría más que hacerle publicidad a Irving», explica. «Pero no podía dejar que él ganara. Su victoria habría legitimado a cualquiera que proclamara que el Holocausto era una invención. Aquello era una batalla para defender la sacralidad de la Historia». Una batalla que, aún hoy lamenta, no pudo librar de primera mano. Aunque estaba ansiosa por testificar, sus abogados no se lo permitieron: el foco debía permanecer en Irving, que se representaba a sí mismo frente a la Corte. «Mi trabajo estaba cuestionado y yo no podía decir nada». Asimismo, ningún superviviente de Auschwitz fue llamado como testigo. «Irving habría aprovechado la oportunidad para humillarlos, y esa posibilidad era inaceptable».

En abril del 2000, la justicia sentenció que no hubo difamación. El veredicto consideró probado que el demandante era un negacionista, un antisemita y un racista, y que se había asociado con extremistas para promover el neonazismo. En el 2005, Irving fue arrestado en Austria, donde poner en cuestión el Holocausto se considera un crimen, y condenado a tres años de cárcel. «Después del juicio, muchos familiares de las víctimas se pusieron en contacto conmigo para darme las gracias, aún hoy lo hacen», confiesa Lipstadt. «Es muy extraño. El juicio fue complicado, sí, y tuve miedo, pero de ahí a que el hijo de alguien que murió en los campos me diera las gracias…».

Su implicación en la producción de la película fue decisiva, especialmente para Rachel Weisz. Ambas mujeres entablaron una estrecha relación que sirvió de gran apoyo a la actriz especialmente durante los días que el rodaje transcurrió en Auschwitz. «Me resultó devastador contemplar el modo en que el exterminio estaba organizado y mecanizado. Era una auténtica factoría de la muerte en la que ni una pieza dental ni una cabellera eran desaprovechados».

El estreno de Negación no podría resultar más oportuno, y no solo porque tan solo hay que revisar los comentarios que el tráiler de la película ha generado en Youtube para comprobar que el negacionismo del Holocausto sigue activo. «Vivimos un tiempo en el que la extrema derecha se extiende por Occidente, y en el que nos hemos acostumbrado a conceptos como los hechos alternativos y la posverdad», lamenta Deborah Lipstadt. «Hitler y Josef Goebbels crearon la idea de la Gran Mentira: si conviertes una falsedad lo suficiente, se convierte en verdad. Pues bien, la Gran Mentira ha vuelto». Weisz coincide: «Se ha creado una falsa democracia. Cualquier loco puede decir en Twitter que abortar provoca cáncer y conseguir que 500 seguidores estén de acuerdo con él, y que de repente una falacia se vea legitimada».

El objetivo de Negación, aseguran la actriz y la académica, es demostrar que falsear la realidad no es opinar, sino mentir. «Los académicos, y los medios de comunicación, y toda la gente, debemos rebelarnos», dice Lipstadt. «Tenemos que enfrentarnos a los xenófobos y a los homófobos de este mundo y desenmascarar sus patrañas. Mi caso demuestra que podemos vencerles».