-El domingo pasado protagonizó esta misma tribuna la abogada pacense Rosalía Perera, que le lanzaba la siguiente pregunta: Hace unos años se publicitó en Extremadura un tren slow. ¿No sería mejor un tren de alta velocidad para conseguir un crecimiento de alta velocidad?

-El tren slow está muy bien para el oeste americano, pero no para este oeste.

-Usted es Pachi, vasco supongo...

-Mi historia es la siguiente. Mi padre es de Eljas y el apodo de mi familia en Eljas son los Pachikiñus. Y como nací en San Sebastián hubo una especie de comunión, empezaron a llamárselo a mi padre en el bar que teníamos, que era el bar La Caña. Y desde entonces todo el mundo me llama Pachi. Mis abuelos son extremeños y yo no puedo decir que soy vasco, yo soy extremeño. Es verdad que nací allí y que cuando me sale la rabia, me sale de allí, de haber visto los convulsos inicios de los 80, las manifestaciones... y cuando regresamos a Extremadura a veces decía: ‘podíamos quemar unos neumáticos para que se den cuenta’. Y entonces me contestaban: ‘No, aquí eso no’; yo les respondía con un ‘Vale’.

-¿Podría describir cómo fue su estancia en el País Vasco?

-Duró poco tiempo porque nos vinimos a Santa Cruz de Paniagua y después a Plasencia, pero fue muy bonita. Durante un tiempo mis padres trabajaban en una fábrica del País Vasco, recuerdo que a veces mi padre llegaba con pelotas de goma a casa, porque venía de luchar por unos derechos laborales que hoy creo que se están perdiendo. No se me han ido de la cabeza imágenes de los grises, de las huelgas, de coches ardiendo a la salida del colegio. Eran reivindicaciones de recibo y es triste que en 10 o 12 años estemos perdiendo todo aquello por lo que luchamos. Ahora hay contratos basura, contratos de una hora, de tres horas a la semana... Hoy la gente dice que soy un personaje público porque tengo un grupo de música, me desnudaba en el escenario y todo eso hace que la leyenda sea más grande (risas).

-Venimos a esta entrevista para hablar, fundamentalmente, del tren. ¿Cómo fue su primer contacto con el ferrocarril?

-En un viaje que fuimos a ver a Bad Religion, un grupo de rock que entonces venía muy poco a España. Era la ilusión de ocho o nueve amigos, salir de casa con una mochila, con tu ropa y tus cosas para estar un día entero en Madrid. Aquello fue, sin duda, el culmen de un tipo de 22 años; los que tenía entonces.

-¿Y qué diferencia hay entre aquel ferrocarril y el que tenemos ahora en Extremadura?

-Ninguna porque además el viaje era igual de interminable que ahora. El servicio era entonces demencial, no había máquina, no había barra de bar. Igual que en la actualidad.

-Defina el tren hoy...

-Lamentable. Los horarios no se cumplen, lo sufre quien viaja en el tren y quien lo espera. Hay gente que ha perdido entrevistas de trabajo, vuelos de avión, de vacaciones... No es de recibo que algo así suceda en pleno siglo XXI. Y sucede, entre otras cosas, porque tenemos vías del siglo XIX. Nos prometen el Talgo, muy bien, pero es que el Talgo es como si me ponen en la autovía y me dan un 600 para irme de vacaciones. Bien, voy por la autovía pero viajo en un 600, de manera que voy a tardar infinidad de tiempo en llegar a mi destino. Aquí sucede lo mismo, hay momentos en que el tren va a 40, hay momentos que llega a 150 y hay momentos que se estropea, echa humo, no funciona el aire acondicionado, la puerta del servicio está averiada... ¿Pero esto qué es? Y te dices a ti mismo: ‘Tenemos lo peor de lo peor’. No entiendo que Renfe y Adif hagan eso. Tendría que tener alguien un poquito de sentido común y poner trenes decentes, que es lo que reclamamos. Sabemos que de momento no vamos a ir a 200, pero al menos un tren que no falle, sin más.

-El pasado mes de agosto nació Milana Bonita, una nueva plataforma ciudadana para la mejora de las comunicaciones en la región. Toma su nombre de la famosa expresión del personaje Azarías que pronuncia en la película de Mario Camus ‘Los santos inocentes’, que es el símbolo de un pueblo condenado al olvido. El 8 de septiembre hicieron una performance en Atocha que fue un éxito...

-Había que ser originales en cuanto a la protesta, había que llamar la atención de la gente caracterizados de una película muy dura sobre Extremadura y por eso la repercusión fue tan grande y por eso los medios de comunicación nos prestaron su atención. Al principio pensábamos que seríamos 10 o 12 disfrazados y llegamos a ser 70 y había más de 100 personas esperándonos en Atocha. Lo hicimos con cabeza pero con mucho corazón. Y ha salido bien.

-¿Pero no le parece que echar mano del retraso y la ignorancia es sacar del cajón un estereotipo, muy cateto por cierto, que no tiene nada que ver con la Extremadura del siglo XXI?

-Para nada. El simbolismo que hemos utilizado es el del atraso que sufre el tren. Es que ese catetismo, ese paletismo es del tren. Lo utilizamos para lanzarlo contra los responsables de esa situación. Milana Bonita no es más que un conjunto de personas pero quien la ha hecho realmente grande es la gente del pueblo.

-¿Es verdad que Milana Bonita pretende ser un movimiento cívico, pero no cree que este debate del tren se ha politizado?

-Lo que no queremos es que los políticos entren en Milana Bonita y creo que lo hemos conseguido. Los políticos ven que el tren es un problema que sus votantes tienen, porque aquí lo sufre lo mismo uno de Podemos que uno de Ciudadanos, del PSOE o del PP. El pueblo se lo hace saber y, evidentemente, la maquinaria de los partidos empieza a funcionar. Ahora todos quieren enarbolar la bandera del tren ¡por favor, si llevan 30 años sin prestarle atención! Es sumamente ridículo que un partido que ha estado en el gobierno durante tanto tiempo, con alternancia de otro, diga ahora que es el abanderado del tren. ¡Si lo han dejado morir ustedes! No esperaban la repercusión de Milana Bonita y ha sido como un bofetón a todos.

-Ya, pero Álvaro Jaén, el líder regional de Podemos, sí estuvo en la protesta que ustedes hicieron en Atocha...

-Sí, pero a título personal, igual que la alcaldesa de San Gil, en Plasencia, que ya no forma parte de la plataforma porque quiso salirse. No hay ningún político en la plataforma. Lo que nos hubiera gustado es que todos los alcaldes que fueron a firmar el Pacto por el Ferrocarril se hubieran montado al día siguiente en el tren, porque es de recibo, porque son ciudadanos también. ¿Qué les voy a pedir a los políticos, que se monten en un tren para ir a Madrid? Ellos no irán nunca, irá con su chófer, con su coche oficial.

-El 18 de noviembre el Pacto por el Ferrocarril ha convocado una protesta en Madrid. Ustedes dicen que no acudirán si la encabezan los políticos. ¿No le parece un error teniendo en cuenta que esta protesta es fruto de la unión de partidos, sindicatos y empresarios y que en Extremadura no se produce un acto tan contundente desde las protestas contra la Central Nuclear de Valdecaballeros, no le parece que no acudir es generalizar, dar a entender que los políticos no les representan?

-No es que no nos representen, es que no han hecho nada por nosotros. Que ellos se echen ahora a la cabeza de la manifestación es burlarse de los ciudadanos, de sus votantes y de los que no lo son. El año pasado hubo una manifestación igual, en la que se pudo ver a todos los partidos menos a uno. Pensamos que la mejor manera de reivindicar el tren es que acuda la ciudadanía, pero por derecho.

-Y luego hay otra vertiente de esta historia. Reclamamos un tren, vale, ¿pero qué pasa con el tren del paro, qué pasa con el tren de la Extremadura del subsidio, con la de los jóvenes que se tienen que marchar?

-No entiendo, por ejemplo, por qué la gente no ha apoyado a Campamento Dignidad en el asunto del paro. Es un problema de primer orden, igual que el del subsidio. Pero como esta región no soluciona con sus votos lo que hay que reclamarle al Gobierno central, pues estamos aquí y no protestamos. Si nace una plataforma en contra del paro y exige que haya fábricas, que la gente tenga trabajos dignos, que a la gente del campo se le pague como es debido, que el intermediario no sea el que se lleva el dinero, habría que secundarla. También hay otro problema y es que en Moncloa no necesitan a Extremadura, si fuéramos Andalucía hace muchos años que hubiéramos tenido lo que reclamamos. Nosotros tuvimos una calzada romana de Gijón a Sevilla que pasaba por Extremadura, pero nos hemos quedado ahí y no nos hemos quejado, hemos tenido una bota encima del cuello que no aprieta pero que ahoga, que te dice: ‘quieto, no te preocupes’. Mucha gente se tiene que ir, como lo hicieron en los 50, en los 60, porque aquí no hay salidas.

-¿Entonces considera que estos problemas estructurales de la comunidad autónoma derivan de la deficiente red de comunicaciones?

-No tenemos buenas infraestructuras, mercancías en el tren tampoco vienen, pero es que a lo mejor no vienen porque aquí nadie necesita toneladas de madera o de carbón. El tren podría ser también un buen motor para dinamizar el turismo, del que tanto se hace hoy bandera.

-A todo esto se une la hemeroteca. En 2003 ya situaba a los trenes extremeños como los más antiguos del país, ninguno de los que circulaban en la región eran posteriores a 1985 y el 60% del trazado tenía limitaciones de velocidad... ¿Por qué no se hicieron antes estas protestas?

-Porque ahora hay menos miedo que antes a salir a la calle a protestar y porque se utiliza mucho el tren.

-Y hablan ustedes de un tren digno. ¿Pero por qué no hablan de un AVE, si los demás lo tienen, por qué no lo vamos a tener nosotros?

-Creo que sería deficitario.

-Pero eso es resignarse...

-No, no, no.

-Es que no sabemos si será deficitario o será beneficioso puesto que nunca lo hemos tenido...

-Las vías que hay ahora no son para el AVE. ¿Por qué prometen algo que no va a haber? No puedo estar de acuerdo en tener AVE cuando no va a haberlo. Va a haber un tren electrificado, mucho más rápido, pero el AVE, buffff. El AVE hay que sentarse con mucha gente y saber qué significa tenerlo porque creo que los billetes de un AVE no los puede pagar un estudiante. El AVE puede ser un problema.

-En medio de toda esta tormenta, el Ministerio de Fomento anunció recientemente en este mismo periódico que el fin de las obras del corredor del tren rápido se adelantan al verano de 2019. A eso hay que añadir la puesta en marcha de un taller de trenes ubicado en Badajoz y la recuperación del Talgo Madrid-Badajoz, ¿Es suficiente para ustedes?

-Es un insulto a la inteligencia del pueblo extremeño. El Gobierno se cree que todavía seguimos en el siglo XIX, como las vías. Creemos que es reírse de la gente. Quitaron el Talgo, ahora vuelve el Talgo. Pero repito, es que las vías no funcionan, es que el Talgo no va a ir más rápido, ¡caray! No puede ir un convoy a 180 o 190 kilómetros por hora cuando en las vías solo pueden ir a 150, como mucho. Habrá tramos en los que el Talgo deberá ir a 40 o 50 porque no puede ir más rápido salvo que quieran que suceda una catástrofe. Otro insulto, y eso sí que es grave, es cuando el presidente de Renfe admite que el trayecto Extremadura-Madrid es muy largo, pero que hay bonitos paisajes. Eso es que nos mean y dicen que llueve.

-Usted, además, es músico, miembro del grupo Los Jacobos...

-¡Madre mía, qué alegrías me han dado Los Jacobos! Toda mi vida soñé con tocar la guitarra y el bajo. Recuerdo que de una raqueta de tenis y una pala de mi padre simulaba una guitarra, hacía hasta punteos de temas de Siniestro Total, Glutamato Yeyé, Los Nikis y luego de La Polla Records, Barón Rojo, Obús... soñaba que algún día los conocería. Y lo he conseguido. Son casi 25 años en otro tren.

-¿Y cómo se vive de la música?

-No vivo de la música y en Extremadura, menos. El ejemplo más claro es Robe Iniesta, que ha tenido que irse fuera.

-La música rock en su inicio fue un vehículo para los movimientos sociales, para el activismo, es una expresión de rebelión juvenil contra el conformismo, de manera que hay una cierta similitud entre el rock y la reivindicación del ferrocarril...

-Sí. Hay que protestar siempre. Tengo 45 años y quiero vivir mucho para ver un tren digno. Además, creo que lo necesita esta región y creo que esta región ha despertado de un letargo. Quizá mi abuelo no lo hizo, no protestó pero porque no pudo aprender a leer ni escribir, pero sus nietos sí. Y creo que protestamos por mí, por nosotros, pero también por los abuelos. Cuando llegamos a Madrid vimos a mucha gente mayor que el primer viaje para comenzar una nueva vida lo habían hecho en tren. Y había mucha gente emocionada, y eso hace que la plataforma sea una forma de lucha muy digna y muy decente, como el tren que queremos, ni más ni menos. Como el que coge uno de Madrid, uno de Barcelona, uno de Sevilla o uno de Bilbao.