Catherine tuvo la suerte de llegar tarde. Pero, ¿fue de verdad una suerte? ¡Qué palabra tan mal escogida! El azar, nada más». Con esta sentencia del periodista y escritor Philipp Lançon arranca La levedad, una obra biográfica que trata de exorcizar la violencia y el horror vivido por Catherine Meurisse, dibujante de Charlie Hebdo y superviviente de la matanza de 12 personas a manos de los hermanos Kouachi el 7 de enero del 2015 en París. La solvente editorial Impedimenta la trae ahora a España.

La artista sufrió una amnesia que borró lo que a lo largo de diez años le enseñaron sus compañeros, hoy muertos (Cabu, Wolinsky, Honoré, Charb...) a manos de la necedad encarnada. Su cerebro se detuvo para sobrevivir.

Catherine, que lo había perdido todo menos la vida (amigos, maestros e inocencia), decidió luchar para recuperar la memoria, frágil como el título de esta obra. Meurisse viaja a la localidad marítima francesa de Cabourg, en Normandía, y se aloja en el mismo hotel donde pernoctó Marcel Proust, su escritor favorito. Cada noche sueña que se zambulle en el mar y cuando emerge ha perdido su equipaje. Está vacía «como una lapa».

En su búsqueda del tiempo perdido, mantiene conversaciones imaginarias con Charb, el director con alma punk del semanario satírico, uno de los primeros en caer en la matanza: «Después de lo que has pasado, te quedan muchos años de cabreo y por lo tanto muchos años de caricaturas por dibujar». «No lograba enfadarme, mi rabia estaba en un limbo», dice la humorista, quien pugna por recuperar sus viñetas, que, como siempre defendió François Cavanna, el fundador de Charlie, tienen que ser «como un puñetazo en la jeta».

En un segundo acto, dominado por la recuperación paulatina del color, Catherine decide perseguir el síndrome de Stendhal, el desmayo que una persona puede sufrir por la simple contemplación de la belleza, como le pasó al autor de Rojo y negro durante su viaje a Italia, en 1897.

Caherine pide alojarse en la Academia de Francia en Roma, en la Villa Medici, una centenaria residencia de artistas, en busca de la belleza arrebatadora, «lo único capaz de anular el síndrome del 7 de enero. ¡Condecedme asilo, os lo ruego, es una cuestión de vida o muerte!», brama la humorista en una carta.

La levedad trata la siguiente premisa: al día siguiente de sobrevivir a un atentado, ¿seguimos vivos? La superviviente no logra eludir la violencia, que le sigue a todas partes. En los jardines de Villa Medici, la artista encara un grupo escultórico que representa un episodio mitológico: la matanza de los hijos de Níobe a manos de Apolo y Artemisa como castigo a la reina de Tebas por su orgullo. «Me obsesionan las estatuas mutiladas, descuartizadas, no me las puedo sacar de la cabeza», confiesa artormentada. Je suis Charlie le persigue.

Catherine Meurisse nació en 1980 en Niort (Francia). En el 2005 se unió a la banda de locos maravillosos de Charlie Hebdo, ariete de la extrema derecha francesa. Ha trabajado como dibujante de viñetas de prensa en publicaciones como Les Échos, Libération y Marianne.

En el 2008 concibió La Comedia Literaria, también publicado en España por Impedimenta, una fábula insolente y descarada sobre la historia de la literatura francesa dedicada a los amantes de la literatura en la lengua de Proust, Flaubert y Rabelais. En el 2012 creó Le Pont des Arts, una obra sobre la relación entre la pintura y la escritura. También ha ilustrado libros infantiles.

Catherine Meurisse sigue vinculada a Charlie Hebdo, donde publica semanalmente Escenas de la vida hormonal, una tira sobre amor y deseo.

La creadora ha pasado la última semana promocionando La levedad en Barcelona, Madrid, Valencia y Sevilla. En Francia ha vendido más de 85.000 ejemplares.

La levedad es una celebración de la belleza en la obra de Turner, Rothko, Caravaggio, Géricault, Miguel Ángel y tantos otros. Pero también de la amistad y la cultura, que forman parte indisoluble de lo bello.