No aburriremos a nadie con la monserga de que cada año se libra en Instagram una especie de conferencia de Bretton Woods que, a base de seguidores y likes, acaba regulando las relaciones comerciales y financieras de esas marcas globales que son las celebridades. Cabe decir, sin embargo, que en los últimos 12 meses la disputa por la hegemonía la ha ganado Beyoncé -1 millón de dólares por post, según los analistas-, que junto con los otros reyes del clickbait (o ciberanzuelo) han dado algunas pistas de cómo marcarse un festín de clics. Aquí van, pues, unos cuantos tutoriales para ir a la caza mayor de me gustas.

Tutorial 1. Si vas a tener un hijo, organiza una anunciación extrema. Ya lo decía un informe de la Wharton Business School, que, tras leerse 7.000 artículos de The New York Times, concluyó que el contenido positivo se viraliza más que el negativo. ¿Y qué podría haber más animoso que Beyoncé -en plan virgen de David LaChapelle- anunciando que tendría gemelos? La foto, de maximalismo Liberace, se ha llevado el gran botín de me gusta del año -11,2 millones-; ha inspirado cientos de memes; se ha propagado como la influenza por webs, revistas y diarios, y ha arrancado incluso agradecidas salvas de periodistas como Hadley Freeman. «¿Han visto lo que tenemos ahí fuera? Un páramo apocalíptico. El naturalismo no es útil. Necesitamos fabulosidad extrema -decía desde su púlpito de The Guardian-. Y Beyoncé, arrodillada frente a una corona de flores con velo y ropa interior, es el requisito mínimo para pasar los próximos cinco minutos». Otra anunciación, la de Khloé Kardashian -8,5 millones de likes-, no ha hecho tanto por aliviar la aflicción de la humanidad, pero también ha tenido su fabulosidad extrema al mostrar cómo, con la manicura adecuada, unas uñas pueden convertirse en un peligroso arsenal de navajas.

Tutorial 2. Si llegas tarde para la anunciación, haz una alerta informativa del nacimiento (sin salir del paritorio). Es lo que hizo puntualmente Cristiano Ronaldo el día que logró su gran banquete anual de me gustas (11,1 millones), el cual justifica, según los consultores, que gane 500.000 euros por foto en Instagram. La imagen la habrán visto por todas partes. Él y el niño mayor aún con el gorro verde puesto y Georgina Rodríguez con los ojos pintados y sonriendo a un palmo de la cámara, tras pasar, recordemos, por una cesárea programada en un día libre del futbolista. Y todo en aras del clickbait de Cristiano. De hecho, el jugador siempre tiene a punto la baza de la sagrada familia. ¿Qué hizo, si no, hace un par de semanas al trascender que Hacienda considera que ha cometido cuatro delitos fiscales que, al sumar casi 15 millones, conllevarían su ingreso en prisión? Pues alinear en el sofá a sus tres lactantes -dos de ellos nacidos en verano por vientre de alquiler- y colgar la foto con el pie: «Estoy preso de estos lindos bebés». En otro mundo, sin duda mejor, se le habría penalizado con el desprecio o la indiferencia. Pero no: en el nuestro, consagrado a la adoración enfermiza de los millonarios, aún contabilizó 5,2 millones de me gustas.

Tutorial 3. Si no hay anuncio obstétrico, revisa tu historial hospitalario. Selena Gómez, a quien este año Beyoncé ha quitado el trono de hierro de Instagram, asegura que colgó la foto de su trasplante de riñón para «compartir» su recuperación, no para disputarle a nadie la hegemonía. Sea como fuere, la actriz y cantante, aquejada de lupus, difundió la foto hospitalaria que se hizo con su donante y amiga Francia Raisa... y se anotó 10,4 millones de likes. Por lo demás, nada extraordinario. Para sus 132 millones de seguidores, cada uno de sus movimientos tiene rango de acontecimiento: saludaron con 8 millones de me gusta su aparición con The Weeknd en el festival de Coachella y con 7,7 su nueva melena platina.

Tutorial 4. Apúntate al estilismo epatante y, de tanto en tanto, haz un poco de drama. Ya saben: tirar de show en el vestir es lo que hacía Lady Gaga cuando se inventó el dress code de bistecs y lo que hace Rita Ora cuando llega a los Premios MTV recién salida de la ducha. «¿Sabes que llevas una toalla en la cabeza y un albornoz?», la saludó Shawn Mendes. «¡Sí! ¡Y diamantes!», le replicó ella, con ocho millones colgados al cuello.

También espectáculo y clics es lo que busca Kendall Jenner, jefa de las instamodels, cuando, yendo a por el extra de likes, echa por el camino más trillado y se hace una foto en bañador con el pie «84º», en alusión a los grados de la obertura de la pernera.

Pero ¿saben? Como decíamos, la notoriedad, además de show, pide drama. Y drama es precisamente lo que reparte Kendall cuando, por ejemplo, dice que necesita desintoxicarse de las redes y -tras incluso impartir videoconferencias desde su propio armario- cierra su web y su aplicación. O cuando Selena Gomez privatiza su cuenta o, tras una fiesta en Coachella, destierra de Instagram a compinches como las hermanas Jenner o Taylor Swift para centrarse, atención, en su «carrera y la iglesia».