El mundo de la dietética es particularmente sensible al fenómeno de las modas. Hace años se extendió la recomendación, promovida por algunos dietistas, de hacer muchas tomas de alimentos a lo largo del día en pequeñas dosis, en demérito de las tres comidas tradicionales. Valter Longo niega las bondades de ese régimen y advierte de los peligros que entraña. «Lo de comer cinco o seis veces a lo largo de la jornada, pero en pocas cantidades, es una costumbre norteamericana instaurada hace 40 años que solo ha servido para llevar a este país a padecer la mayor epidemia de obesidad de la historia», advierte.

En su opinión, no hay ningún beneficio dietético ni nutricional en multiplicar las veces que se come y sí un serio riesgo de que al final de la jornada se acaben ingiriendo más calorías de las necesarias. El bioquímico propone volver a los ritmos alimenticios habituales en los lugares con más longevos del planeta. «No falla: aunque residan en latitudes distantes, todas estas comunidades coinciden en ser muy disciplinadas con la hora de la comida y lo suelen hacer tres veces a lo largo de un tramo horario de 12 horas, pero no están picoteando todo el día», señala. En casos de exceso de peso, recomienda reducir la ingesta a dos comidas diarias (desayuno y almuerzo) acompañadas por una merienda a media tarde. Longo previene contra la mala costumbre de las cenas copiosas y tardías: «Lo ideal es no tomar nada tres horas antes de ir a la cama. Si se ha desayunado a las 8 de la mañana, lo razonable sería estar cenando a las 8 de la tarde, pero no más tarde».