Tras la asistencia multitudinaria que registró la catedral de Badajoz el viernes, poco más de 300 personas asistieron ayer a la misa pontificial presidida por el arzobispo de Mérida-Badajoz, Antonio Montero, en la concatedral de Santa María en su despedida después de casi 25 años como obispo, de los que los últimos diez años ha sido arzobispo de esta diócesis.

La misa fue concelebrada por el obispo de Plasencia, Amadeo Rodríguez, acompañada de 28 sacerdotes de las parroquias de Mérida y de los pueblos de la comarca emeritense.

Tras celebrar la misa, Antonio Montero, que cumplió ayer mismo 76 años, se despidió de la comunidad religiosa asegurando que no se jubila del todo, ya que seguirá trabajando por la diócesis de una manera más directa y natural. Sobre los logros conseguido, destacó la recuperación para la iglesia emeritense del rango de archidiócesis, un estatus que disfrutó la ciudad durante siete siglos.

Antonio Montero, que seguirá siendo arzobispo hasta que no tome posesión su sustituto la próxima semana, fijará su residencia en Sevilla.

Por otro lado, la despedida del arzobispo también destacó por las ausencias, ya que no hubo representación municipal de ningún tipo. Tampoco fue nadie de la Junta de Cofradías, aunque sí hubo varios directivos de la Hermandad del Calvario y del Nazareno.

Desde la concatedral se informó que no se había invitado a ninguna autoridad, porque querían que fuera un acto de asistencia voluntaria.