Tenía buen amor. Y clase. Agustín Mariño estuvo de concejal en la década de los sesenta siendo alcalde Francisco López de Ayala. Contaba anécdotas inolvidables. Formó parte de la junta directiva de la Sociedad Deportiva Emeritense de fútbol en determinadas etapas.

Tertuliano empederni-do y miembro de una de las peñas más conocidas, la Peña del tu-tu , con sus entrañables amigos Manuel Rodríguez Nieto Repi , Francisco Rico Curri , Alfonso Nieto Bomba , Antonio Díaz Saco El chico del pañuelo , Francisco Martín Basura , Federico de las Heras El niño de los iris , Santiago Carrasco Fatigas y Agustín, que también tenía su apodo El azulejo , al ser el gerente de la empresa familiar que tantos años lleva en esta ciudad.

Fumador empedernido. Fumaba con estilo. Tenía clase y porte de buen mozo. Jugando las partidas decía que al lado de sus compañeros era el Mariscal , y como Mariscal se quedó. Preguntábamos todos los días al jefe del servicio de Medicina Interna, Félix Díaz, también de la partida, su evolución. Estaba mal, muy mal. El doctor Lucio Galán no faltaba, como su compañero ya jubilado Vicente García Regadera. Era lo primero que hacíamos al llegar al Círculo Emeritense, preguntar por el Mariscal , por poco no hago partida con él en el más allá.

Me entristeció su muerte y el no poder acompañar a su familia en esos momentos. Me llamaba paisano, por aquello de que Agustín era de Cáceres y media familia mía también. Eramos buenos amigos. Hemos compartido esa amistad durante muchos años, y buenos momentos en el chalet de Federico de las Heras cuando nuestros hijos eran pequeños.

Se echa de menos a personas como él y como tantos otros que ya no están. Dicen que es ley de vida. Será. Pero duele. Se recuerda con una nostalgia que no se olvida.

El Mariscal ya está poniendo sus velas al viento y navegando por ese infinito firmamento de nubes y estrellas. Se ha hecho con el mando. ¡A tus órdenes!