Han tenido que pasar veinticinco años para ver a los alcaldes de Mérida unidos en un acto y celebrar los años democráticos que llevamos en este país.

Se reunieron alcaldes y concejales en el centro cultural Alcazaba. Daba gusto ver sentado, y en una amena conversación, a Antonio Vélez y a Pedro Acedo. En los límites de ambos, el también alcalde, Pelayo Moreno , y por enfermedad no pudo estar presente el primer alcalde democrático, Martín López Heras.

Palabras, conversación y una sana convivencia. Este es el mejor regalo que se le pude dar a un pueblo y ver como se trabaja por su ciudad aunque sean de distinta ideología.

La crítica, más o menos dura, no está reñido con la buenas formas, la educación y el saber estar. Nos alegramos ver como recibían los regalos, la cara de satisfacción de Vélez , que luchó lo indecible por esta ciudad y consiguió un importante patrimonio. Daba alegría ver a Acedo charlar con él como si el tiempo no hubiera transcurrido y comprobar como ambos coincidían en que Mérida va progresando de forma imparable.

Todos han puesto su granito de arena, que es este caso es oro, para que nuestra ciudad tenga unos paseos únicos en los ríos Guadiana y Albarregas, o en el lago de Proserpina. Con una biblioteca del Estado, un Palacio de Congreso, unas consejerías que son envidia de quien las ve. Y un futuro de instituciones en el antiguo cuartel de Artillería y el proyecto Mérida III Milenio, en lo que antes fue la barriada de La Paz, que ahora puede llegar a ser también un lugar tranquilo con estas edificaciones.

Mérida, se lo he oído a todos los alcaldes, es una ciudad siempre con futuro, y cada vez a más y esto, por desgracia, crea envidia entre quienes no saben querer a una tierra que debe progresar con la ayuda de todos. Lo mejor, esa sana convivencia entre los alcaldes de la ciudad de Mérida.